viernes, 14 de abril de 2017

Nunca más

La vida es de procesos, pero hay eventos determinantes, muchas veces vinculados con decisiones.

He contado antes que un día, cuando yo era adolescente, mi mamá me dijo que entendía que yo necesitaba ir a terapia -yo se lo había pedido- y que nunca más iba a quejarse por llevarme o traerme. No sé qué mosca le picó, pero cumplió su palabra al pie de la letra.

Creo que algo tiene que pasar para que tomemos una decisión que nos compromete de modo que no hay titubeo. Supongo que a veces ese algo escapa a nuestro entendimiento. Yo suelo saber "qué pasó" cuando aprieto un botón o doy un giro al volante. Una mañana, cuando B tenía unos meses, me sonrió, no le devolví la sonrisa y ella dejó de sonreír. Fue cosa de unos tres segundos. Yo había tenido un mal momento con su papá y me sentía terrible; pero me sentí fatal después de hacerlo eso a su sonrisa de bebé. Me dije que nunca más volvería a ocurrir. Me desvinculé afectivamente de lo que me hiciera sufrir de modo que representara un riesgo para las sonrisas de mi niña.

Ayer por la noche, tuve un gran disgusto. Pocas veces me lleno de coraje; ayer pasó y me sentí desbordada, sin modo de sacar la frustración porque son cosas con el papá de B y no puedo hablar del tema con ella por ahí. Mi niña acabó con una mamá descompuesta. Ella no quería ir a dormirse, no quería tomar medicina, y yo no quería batallar. Le abrí la boca, le metí el jarabe y todavía le dije: "¡No vayas a vomitar!" y "¡Ya vomitaste!" Recordé a la vecinita de Aquiles, enferma, a la que gritaban que ya se callara. Le puse a mi niña su suéter más querido -sucio-. No podía darle teta porque su constipación nasal hace que se acomode de forma que me lastima. Fui incapaz de ser más cariñosa, pero me dije que nunca más volvería a ocurrir. Si pude hacerlo con la tristeza, puedo hacerlo con el enojo.

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Es imposible ser siempre consecuente. Los niños no tienen un pelo de tontos y saben entender y olvidar un puntual comportamiento fuera de lo normal cuando las aguas vuelven a su cauce.
    Besos.

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    1. Es verdad, es imposible; pero sí se pueden trazar límites que no se cruzan nunca, a pesar de los exabruptos. Una vez pasado el mal rato, me amparo en esta capacidad que mencionas, de sentir cómo pesa más todo lo bueno que es lo normal.
      ¡Besos, Macondo!

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  2. cuesta, recuerdo la vez que mi hermano me dejo al cuidado de mi sobrino de 1 año como mucho, el gordito se puso a llorar y lloraba y no paraba, yo llamaba urgente que regresara ya que no paraba y me estaba asustando y sentía que se estaba subiendo fiebre, al rato llega mi cuñada y el gordito deja de llorar al minuto, abrazaba a su mamá y le daba besos y me miraba y se reía....

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    1. "Mamá es mamá", dicen; por eso a veces las mamás no podemos darnos el lujo de "estar mal", porque hay un niñito o una niñita cuyo bienestar depende de que estemos bien para ellos.
      Saludos, Carlos.

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