Me acostumbré al postre cuando vine a vivir a Querétaro y empecé a ir a los lugares de "comida corrida"... Recuerdo que me extrañó la cantidad de carbohidratos que servían; típicamente: sopa aguada, arroz o espagueti con un guisado que puede incluir papas, y un postrecito, a veces casi simbólico. Muy pronto entendí que en la economía a la que me estaba incorporando, la combinación de pasta, arroz, papas y tortillas, era necesaria para provocar la sensación de satisfacción.
El caso es que me acostumbré al postre, y ahora me hace falta. De preferencia, con café.
Silvia Parque
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