Ser la persona que soy implica filiaciones y desasociaciones. Hay cosas que no me gustan, incluso personas que no me gustan -creo que llegué a los treinta sin que hubiera una persona de la que pudiera decir así: "no me gusta"-. Tengo una visión de la vida, creencias y supuestos, que no concuerdan e incluso se oponen a los de algunas otras personas. Antes, quise armonizar, ajustarme, en atención a lo válido de la visión, las creencias y supuestos de los otros; pero ya no; sé que hay algo válido en esa diversidad de visiones, creencias y supuestos, pero me con-formo de un modo en que ya no me muevo. Antes, incluso, acepté paradigmas más ampliamente aceptados que el mío, ideas más justificadas que las mías, y dejé que trastocaran mi identidad; ya no: tampoco. No me muevo.
Me relaciono con personas muy diferentes a mí, no se piense lo contrario. Me puedo llevar muy bien con ellas y apreciarlas sinceramente, como personas. Conversar, aprender, disfrutar; si todos fuéramos iguales sería muy aburrido. Además, mi juicio es un proceso crítico, reflexivo y abierto, así que no digo "no me muevo" como si trazara cuatro líneas de un color sobre el piso, y dijera: "voy a dedicarme a repasar esto para que jamás se desgaste". Es nada más, que me gusta ser más yo, y me doy cuenta de que no me conviene otra cosa.
Silvia Parque
En cualquier caso sigues siendo tolerante, no como esas personas que lo son mientras tus opiniones coinciden con las suyas.
ResponderEliminarBesos.
Sí lo soy; la verdad es que soy una de las personas más tolerantes que conozco, en la manera usual de emplear el término, y es que más que tolerar, acepto sin preámbulo.
Eliminar¡Besos, Macondo!
hay que tener criterio aunque te lleves bien con todos. Un beso.
ResponderEliminarSí. Aunque criterio yo he tenido siempre, pero hay que ver qué hace una con él :D
EliminarUn beso, Susana.