Quién sabe si mi madrina tenía el toque especial que le hacía falta a mi sueño, o si el resultado era la suma de todos los intentos. Hoy lo he recordado porque me dolía mucho un pie, y después de haberlo puesto bajo el agua caliente, y de haberlo sobado con árnica, lo que funcionó es sentarme con las piernas extendidas y los pies en alto. Si se vuelve a ofrecer, empiezo por esto último.
Silvia Parque
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