Afortunadamente, hay hombres para todos los gustos: yo no me veo compartiendo espacio con un tipo que grita o que se apasiona hasta el tuétano con un partido de fútbol. Tampoco creo que haya que pasar por alto, ni vulgaridades ni desconsideraciones, porque la criatura de treinta años no aprendió que vivía en la civilización. Querer un hombre no es querer un adolescente ni un troglodita. Pero luego de observar una amplia gama de ejemplares masculinos, la mayoría personas de bien y con lo que conocemos como "buena educación", me doy cuenta de que en realidad tienen una tendencia a la brusquedad y a la acción. Esto se expresa de diferentes formas, pero suele asociarse con necesidad de resolver y con irritabilidad.
Como sabemos que el ser humano, hombre o mujer, puede controlar su temperamento y moldear su carácter, a menudo, explícita o implícitamente criticamos o pedimos al hombre que cambie su "modo de ser masculino". Sin embargo, si queremos un hombre, habría que quererlo con su hombría.
Silvia Parque
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