jueves, 26 de marzo de 2015

Si nos quedamos con lo bueno que no queremos, se hace basura

No es raro que las personas se den cuenta de lo conveniente que resulta deshacernos de los mensajes negativos que recibimos. Si con suerte, con apoyo, con atención, conseguimos deshacernos de la basura que hemos guardado, usualmente no admitiremos basura nueva: filtramos lo que otros dicen de nosotros, o las reacciones de otros hacia nosotros, de modo que vamos dejando fuera "lo malo".

Pero no solo "lo malo" es basura. Se hace basura todo lo guardado que no nos sirve. Eso incluye mensajes de todo tipo: miradas, sugerencias, comentarios, que se hacen con buenas intenciones y hasta con cariño, y que pueden estar llenos de razón.

Supongamos que yo preparo pizza de cierta manera, con mi receta uniquísima: una pizza que me satisface totalmente. Supongamos que al saber que le dedico tiempo y energía a mis pizzas, un buen amigo me comparte el secreto de la salsa de los más renombrados cocineros italianos. Sin duda, agradeceré saberlo; pero si mi propia salsa es esencial para mi receta uniquísima, con la que estoy tan satisfecha, no voy a utilizar el maravilloso secreto revelado. Tal vez pueda aprovechar algo de lo que me han dicho para mejorar mi salsa; pero si hago su salsa, voy a perderme de la mía, y adiós mi pizza.

¡Bueno! Con la pizza no importa porque puedo preparar mi receta un día, y otra receta al siguiente día. Pero si se trata de cómo vivir, hay que arriesgarnos por nuestra vocación, por nuestros principios, y cuando lleguen otras visiones de la vida, tan buenas como la nuestra, hay que recordar por qué y para qué nuestras elecciones, y hay que dejar fuera lo que no nos sirve, por bueno que pueda ser para otros. Esto no significa dejar de escuchar o de considerar las ideas que se nos proponen; pero no a todo le vamos a decir "sí": ni siquiera a todo lo útil o valioso.

Esto puede ponerse muy difícil para los adolescentes, cuando les llega el momento de hacer elecciones vocacionales. Imaginemos que después de pensar y pensar, el chico o la chica, decide que su pasión está, por ejemplo, en el Derecho: que eso es lo suyo. Pero llega el Tío Práctico y le dice que revise cuántos egresados de Derecho hay en el país, que haga un sondeo para ver a qué se están dedicando estos egresados, que... bla, bla. No digo que no haya que tenerlo en cuenta. Advierto que después del Tío Práctico, puede llegar la Tía Placer, el primo Lógica, la vecina Optimista con el amigo Pesimista, y toda una gama de conocidos, cada cual con una postura diferente. Por más que el joven o la joven, trate de tomar en cuenta todos los criterios, en su propio criterio no va a caber todo.

Esto de "dejar ir" opciones, está presente todo el tiempo. Algunas personas suponen que siempre eligen lo "realmente bueno"; pero la verdad es que dejamos muchas buenas opciones, porque no corresponden a nuestra visión del mundo, de las personas, de las cosas; porque no tenemos tiempo para vivir más que la vida que estamos viviendo. Si lo asumimos, no hay necesidad de desgastarnos tratando de integrar a nuestra forma de ser o de hacer, cada buena idea que se nos ofrece.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Creo que cuando llegas a mi edad ya tienes tu propia receta y, como bien dices, es difícil aceptar otros ingredientes. Eso no significa que estés en contra. Simplemente no estás a favor. Un beso.

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    1. Hasta puedes estar a favor, a favor de que otros se beneficien de eso que tú no tomas, simplemente porque lo tuyo es otra cosa :)
      Un beso, Susana.

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