Lo contrario de la felicidad no es la infelicidad, es la realidad. Estamos creando niños caprichosos y frágiles, sin resistencia a la frustración y convencidos de que alguien tiene que garantizar su felicidad. El mundo no es fruto de nuestro deseo y hay que saberlo.Sin discutir sobre lo que cada sustantivo refiere.- Si lo contrario de la felicidad fuera la realidad, no habría felicidad. Y sí la hay. La felicidad no es el cumplimiento de nuestros deseos. Es posible ser feliz con los ojos abiertos, puesto que para ser feliz no se requiere vivir en la ilusión de que todos los deseos se cumplirán, todo el tiempo y tal como una lo imagine. Tan no lo es, que se puede ser feliz en la enfermedad.
La felicidad es una condición a la que se accede por un caminito de realización personal; es un estado que se va construyendo en la medida en que una se armoniza con el mundo social. Para el creyente, es un fruto de la relación con Dios (relación por la que se ha gozado Su presencia). El sentimiento agradable que le acompaña es uno de sus componentes, pero la potencia en que se presenta el sentimiento varía, así que puedo no sentirme feliz en un momento dado, pero seguir siendo feliz; eso protege de llegar a estar triste o enojada de un modo que me haga echar la vida por la borda... como si la felicidad de fondo envolviera la tristeza y el enojo, cuando aparecen; no los quita, pero los contiene, y a veces, los tiñe.
Muchas personas no consiguen ser felices; pero alguien puede no ser feliz porque ha elegido no serlo. Creo que la elección de no-felicidad, suele tener relación con la conclusión de que eso es más congruente con el mundo o con la condición humana; una conclusión lógica en un mundo contaminado, lleno de injusticias, y siendo miembros de una especie animal bastante complicada, que entre otras cosas es capaz de crueldad y vileza. Pero hay otros enfoques para ver el mundo y a los seres humanos, y hay de hecho, personas felices. Hay personas que trascienden las dificultades. Hay gente que hace realidad sus sueños. Que eso esté muy lejos de la realidad de algunos o de muchos, no lo hace menos real. Y qué mejor que un niño feliz y seguro de su felicidad, con la realidad llena de deseos cumplidos.
Sí que hay niños frágiles y sin resistencia a la frustración; tristemente, eso les hace infelices y lo que es peor: puede hacerles incapaces de procurarse felicidad, cuando llegue el momento de que vayan por su cuenta. Pero no son así porque se les haya acercado a la felicidad. Casi al contrario. El niño caprichoso y berrinchudo siente que el mundo se le cae cuando no le dan lo que quiere, porque lo bueno que tiene su mundo está prendido con alfileres. Hablo del que ha desarrollado ese carácter, no del que -como todos- tiene un capricho alguna vez, ni de los que están pasando por la fase del berrinche (como a los tres años), en la que descubren sentimientos nuevos que les desbordan, y van aprendiendo a manejarlos.
Los niños deberían crecer entre gente dispuesta a hacer todo lo posible para que sean felices. Tan "todo lo posible" que se construyan "garantías" para esa felicidad. Es la confianza en que los adultos alrededor van a cuidarle y proveerle, lo que hace al niño soportar y superar las frustraciones inevitables. También está la opción de desesperanzar y de adiestrar para reprimir emociones negativas; pero qué triste... Tomar como misión que el niño no tenga todo lo que quiere, para que no vaya a pensar que se puede tener todo lo que una quiere, a mí me suena a reproducir la incapacidad de los padres de acceder a lo que ellos quieren -o querían-. ¿Por qué no va a tener el niño, todo lo bueno que pueda dársele? ¿Porque quiere un helicóptero de verdad? Pues se le dirá que no se puede, no para entrenarlo en frustración sino porque realmente no se puede; pero también se le puede decir que si es el deseo profundo de su corazón, lo conserve y lo haga posible. ¡Hay gente con helicópteros! El entrenamiento en frustración viene naturalmente, con lo que hay que negar porque no se debe o de verdad no se puede. No seguirá comiendo dulces a las diez de la noche, aunque haya dulces. No hay modo de que reviva la mascota muerta, aunque quisiéramos. Si hay alguien que le ha puesto "garantías" a la felicidad del crío, básicamente amándole, el enojo y la tristeza inevitables, se van a vivir con confianza de que el mundo no se cae.
Silvia Parque
Sí, totalmente de acuerdo con tu visión de la felicidad.
ResponderEliminar:)
EliminarExacto. Tan complejo es como lo has contado. Hacer niños felices no es lo mismo que hacer niños de berrinches.
ResponderEliminarBesos
Eso creo. Los niños felices no son niños de berrinches (no es que nunca lo hagan), porque están satisfechos consigo mismos, porque la vida les sigue sonriendo aunque no haya el paseo prometido o reprueben matemáticas.
Eliminar¡Besos, Matt!
La frase es como para tatuársela...un raro...mucho tiempo.
ResponderEliminarMe queda.
Saludos :D
Este señor Gregorio que me hace querer contestarle ;D
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