Con los años, algo en mi radar social me dijo que las sonrisas amplias son medio tontas, y las fui guardando cada vez más. Después, me puse la vida complicada. Creo que me sentí avergonzada de mi bobería, y creo que mi felicidad estaba unida a ella, así que cuando reprimí la bobería, perdí felicidad. Me dejé influir por la forma en que vivían otras personas, y empecé a darle cabida a las premisas de otros sobre lo que yo debería ser, hacer o lograr. Mi entrada a la edad adulta estuvo marcada por mi adquisición del cuento supercompartido de que la vida es dura, aunque resultara ajeno a mi cosmovisión y a mi experiencia. Ser boba siempre había sido bueno para mí, pero dejar de serlo fue parte del proceso de crecer, y tuvo su utilidad. Sin embargo, cuando me reconocí "crecida", hace no mucho, decidí recuperarme: ahora soy boba, otra vez, y tan feliz como a los quince (en modalidad treinta y cuatro años).
Ha vuelto a parecerme que es toda una fiesta tener una hamburguesa para cenar. He vuelto a pensar que es genial si está soleado, si está nublado, si llueve o si hace aire. Vuelvo a ver lo bueno en todo y a estar segura de que a mí siempre me toca lo bueno.
Ya que estamos en eso, pensé hace rato, podría recuperar la sonrisa amplia versión cuasi-permanente. Podría ser que esta vez no la escondiera de nadie.
Silvia Parque
Me encanta esa actitud!. Me has hecho reír imaginandote en ese proceso de ida y vuelta a la sonrisa.
ResponderEliminarBesos
:D ;D Qué bonito pensar en haberte hecho reír ;) :)
Eliminar¡Besos, Matt!
Ya la estás recuperando, te felicito.
ResponderEliminarSaludos
¡Gracias! ¡Saludos!
EliminarNo escondas esa sonrisa, muchos la querríamos
ResponderEliminarCreo que ya no hay necesidad de esconderla :)
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