Si das un regalo, y se trata de un objeto, el nuevo dueño de la cosa puede disfrutarla (o sufrirla), guardarla, cambiarla, o regalarla a alguien más. Es de esa persona. Ya no es tuya.
Es normal que nos decepcione o nos haga sentir alguna clase de pérdida, que un regalo no tenga el fin que deseamos; pero esa sensación puede acotarse por el convencimiento de que hemos "soltado" el regalo: la reacción ante la cosa, el uso que se le dé, ya no es asunto nuestro, aunque algún afecto esté depositado ahí. En la medida en que podamos retirar rápido el afecto cuando nos conviene, la pasaremos mejor.
He visto que a algunas personas se les complica esto. Pero el ejercicio de dejar ir los regalos que son cosas concretas, es un buen camino para aprender a dejar ir lo que hacemos por alguien más. Mi lección ha estado en preparar la comida...
Yo preparaba platillos que esperaba fueran respetados. Ver que se les ponía sal antes de ser probados o que se les agregaba chile o salsa sin que estuviera previsto, me sabía mal. Pero yo estaba ofreciendo un recurso para la experiencia de la otra persona; la otra persona podía elegir re-configurar la experiencia propuesta.
También me molestaba que el llamado a la mesa no fuera atendido de inmediato. Si dos personas van a comer juntas, sí entiendo que la tardanza sea desagradable; pero si no es el caso, si solo preparaste la comida, el otro puede elegir comerla caliente, tibia, fría o como le plazca. Yo pensaba cosas como "está echando a perder mi trabajo (de cocinar)", pero es que ese trabajo fue un obsequio, el plato es un obsequio.
Pensándolo con la comida, lo encontré en otras situaciones. Cada vez que hacemos algo por otra persona, deberíamos tener claro que la otra persona es totalmente libre para aprovechar o no lo que hayamos hecho, y para aprovecharlo a su manera.
Silvia Parque
Cierto. Pero junto a esta lección debería ir la de valorar y respetar lo que se te regala.
ResponderEliminarSí. Pero pienso en esa lección (valorar lo que se te regala), como lección para una, no para el otro.
EliminarMi punto es justo: el otro puede no valorar ni respetar lo que se le ha regalado, y está perfectamente en su "derecho". Tal vez eso haga que dejen de regalarle, pero tal vez es que no le interesaba especialmente recibir regalos...
Sí, sí, me refería a uno mismo. Quiero decir que, al leerte, he estado de acuerdo en que a veces no he respetado que una vez he regalado algo (material o no), ya no es mío. Pero también me he dado cuenta de que no siempre he valorado como era debido lo que me regalaban. Por eso creo que ambas lecciones de alguna manera van unidas.
Eliminar¡Eso!
Eliminar¡Ay, Silvia! Me vendría bien imprimir esto, ponerlo en la puerta de mi nevera y recitarlo como quien recita un larguísimo Ooooommmm.
ResponderEliminarA veces como que sí ganamos cuando dejamos ir lo que damos.
Un beso!
:D :D Yo creo que sí... es un caso de "pierdo para ganar" ;)
Eliminar¡Un beso, Taty!
Me recordaste al dilema obsesivo con los regalos, en el que cuando te dan un regalo hay un entendido de que alguien dejó algo para dártelo.
ResponderEliminarEso significa que debes darle algo para estar a mano PERO el otro entenderá que debe darte un regalo...
Algún día alguno morirá y alguno será más rico que el otro...
Entiendo lo de los supuestos sociales y que los regalos son....regalos...
Pero...el dilema anal del obsesivo prevalece.
En lo personal ya no me es de mayor importancia si muero un poco más rica o pobre.
¡Qué reflexiones!
Qué chistoso, pensar en no querer ser un poco más rico a costa del otro. Pienso en una ruleta de las de los casinos, con una bolita negra pasando de casilla en casilla: poco-más-rico, poco-más-pobre, poco-más-rico... :D
Eliminar¡Qué reflexiones!, sí ;)