A las personas puede darnos miedo cualquier clase de cosa.
Cuando miramos el miedo del otro, no juzguemos el objeto que atemoriza: grande o pequeño, objetivamente peligroso o no, ridículo o macabro; observemos al niño en la persona temerosa. Siempre somos niños cuando tenemos miedo de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario