sábado, 15 de febrero de 2014

Qué maravilla -cuando se puede-

Es inevitable que a veces estemos tristes. A veces, aunque esto sí es evitable, estamos no solamente tristes sino en la lona. Hay que tener cuidado con la visión, expresada por ejemplo, en el famoso "No estás deprimido" de Facundo Cabral, en la que no hay cabida para la imposibilidad y la cortedad del triste. A mí me gusta el texto, y oírlo me reconfortó y me sirvió; estoy segura de que son palabras que en el momento apropiado pueden ser justo lo que alguien necesita. Pero: no hay obligación de la felicidad ni del bienestar.

Dice Cabral que la persona no está deprimida, que está distraída, y menciona las numerosas cosas valiosas por las que vale la pena levantarse y que hacen posible pasarla bien. Escuchar cada mención es un deleite; sin embargo: ¡vaya!, ¿cómo le va a poner atención el distraído? Supongamos que molesta la etiqueta "deprimido"; llamemos a la persona "distraída": no se puede fijar en el sol, en los niños, en las flores y en lo bien que huele la carne asada. Pues no puede. No puede y ya. Afortunadamente es una imposibilidad que no tiene que ser permanente, pero cuando no se puede no se puede. Me resulta chocante la insistencia de sacar a la gente de hoyos de tristeza, a fuerza de azuzarlos para que aprecien o valoren lo apreciable y valioso del mundo. La mayoría de las personas en un hoyo de tristeza, no niegan lo apreciable o valioso del mar, el amor o el amanecer, con lo que resulta obsceno desplegar frente a ellos un abanico de todo-lo-bueno, y hacerles aire con él, me parece que así sienten más la asfixia del hoyo.

Tenía pendiente hablar sobre lo anterior, y ya está escrito; sin embargo, la intención al empezar esta entrada era otra. Era mencionar, que qué maravilla poder estar en condiciones de ser feliz por todo lo bueno que pasa alrededor; que qué maravilla que el amor dé frutos que nutran e iluminen a kilómetros de distancia; que podamos sentirnos profundamente dichosos, unidos a través de los milagros cotidianos y los no tan cotidianos. Pensé que qué bueno es que sea así, y recordé mi interés en mencionar que cuando no puede ser así para alguien, tal vez sea una pena, pero está bien: ya pasará.

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Bueno, no lo he escuchado, pero me vale con lo que tú dices. Voy a apuntar varias cositas que me han venido a la mente.

    Dices tú: "La mayoría de las personas en un hoyo de tristeza, no niegan lo apreciable o valioso del mar, el amor o el amanecer" Así es, la diferencia es que para ellos en ese momento no tiene ningún valor aunque objetivamente puedan reconocer esa belleza no les toca el alma, que está chapoteando en la tristeza.
    A menor escala, sin grandes tristezas, simplemente te levantas con un estado de ánimo concreto que no te permite apreciar nada, sí, puede ser que estés "distraido" sin saber ni en qué, pero las zonas oscuras de tu cerebro, todo aquello que no funciona como debería está ganando terreno creando interferencias, otros días te levantas, hueles el aire y sólo eso te hace sentir bien. Podemos modificar este estado de ánimo, no sé si para transformarlo completamente de malo en maravilloso, pero al menos sí para no dejarse llevar por él empeorando a cada momento.
    La depresión es otra cosa, aunque no la he vivido de primera mano, al menos no una depresión profunda, simplificar hablando de "distracción" resulta hasta ofensivo, precisamente uno de los rasgos de la depresión es la imposibilidad de salir por uno mismo, la incapacitación a la que te somete, no vale decirle a una persona con depresión que tiene que animarse a no ser que estés dispuesto a encargarte y tirar de ella comprometiéndote a sacarla de ahí a cada segundo, y aún así suele ser una batalla perdida que puede arrastrar al que pretende ayudar, no es tan fácil.
    Nadie puede ver y mucho menos sentir por los ojos de otro.
    Besitos

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    1. Ahí está el link, es un audio muy bonito, te lo recomiendo.
      Yo creo que alentar a quien está en el hoyo, a reconceptualizar su situación, puede ser muy útil, pero con tiento y a partir de las posibilidades del otro, haciendo posible que sea él quien reconceptualice, no pasándole al costo nuestra reconceptualización. No es respetuoso apoyar o ayudar a base de negar la realidad de alguien; como bien dices, es hasta ofensivo plantearle a alguien que está en el hoyo, lo simple que es todo; en esos términos, él podría salir de donde está nada más con querer, casi queda como un malagradecido con la vida. Me parece que esta visión le agrega frustración al deprimido. Es un poco como si tenemos una amiga gorda que ha sufrido por eso durante años, y le decimos: "¡Si solo se trata de moverte un poco y no comer tanto, solo hace falta un poquito de fuerza de voluntad, cualquiera puede hacerlo".
      Pienso dos cosas a partir de lo que dices. Primero, que es importante hacer una distinción entre estar triste -hasta muy triste-, y estar en una condición de malestar instalado, que podría ser estar deprimido. Independientemente de que la depresión es una patología con criterios diagnósticos específicos, digamos, en términos coloquiales y sin ahondar, que es diferente estar triste hasta muy triste, porque algo penoso pasó o está pasando, porque nos afecta algo, y estar en una "condición de tristeza" en la que todo se pone gris, si hay llanto no desahoga, y se dejan de sentir ganas de vivir. Si me levanto triste o tengo unos días tristes, oír que no estoy deprimida, además de que es una verdad, me abre las posibilidades; que me recuerden todo lo bueno a mi alrededor, me va animar. Pero si estoy en una condición ya "descompuesta", oír: "mira, espabílate, aquí hay de todo", va a hacerme sentir peor porque además no soy capaz de lo que debería ser capaz. ¡Bueno!, tú lo has dicho mejor y más rápido, que el deprimido necesita una mano, no que le digan: "sal de eso, ya, tú". Es muy complicado, porque tampoco se puede tener una actitud complaciente que refuerce la instalación del malestar... pero bueno...
      La otra cosa que me has hecho pensar, es en la difícil situación de quien pretende ayudar. Estar al lado de alguien deprimido o con cualquier malestar psíquico o afectivo medio instalado o instalado por completo, es desgastante y sin ayuda de alguien que esté fuera de la dinámica, este esfuerzo suele arrastrar al que no estaba mal a su propio malestar. Es un verdadero reto conseguir apoyar al otro y cuidarse a una misma al mismo tiempo. Respetar los límites de nuestras posibilidades y de las posibilidades del otro, en la posición que se esté.
      Todo un tema...
      Besitos, Inma.

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  2. Precisamente voy a escribir sobre eso el lunes. Un beso.

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