lunes, 19 de agosto de 2013

La cola de caballo como alegoría

Por favor: no haga que los ojos de su hija sean rasgados.

Quito la liga, acomodo el cabello con las manos y pongo la liga otra vez a trabajar. Siento el estiramiento. También siento una especie de orgullo de mí misma que viene del pasado lejano. Del baño a la puerta del Departamento, traigo al presente la tirantez de años bien peinados de infancia. La tensión se acumula. Nuestro prestador de servicio social me dice algo que sé perfectamente: a las niñas con colas de caballo restiradas, les duele la cabeza. Tengo una epifanía: la cola de caballo como alegoría... Me quito la liga otra vez y me recojo el cabello en versión "me la paso a gusto".

Silvia Parque

6 comentarios:

  1. Recuerdo perfectamente el pelo estirado al punto de achinarme los ojos, eso y la bufanda tapándome la boca en invierno mientras me comía las hebras. Tal trauma me quedó que ninguna de las dos cosas se las he hecho jamás a mi hija, con las consiguientes frases de mi madre - peina a tu hija que la llevas echa una gitana - (lo de recurrir a los gitanos para evidenciar que una va sucia o descuidada es muy típico aquí, sobre todo en la generación de mi madre)
    Besos

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    1. ¡Pues yo te aplaudo! La verdad es que a mí me gustaba mucho tener el cabello muy bien sujeto, tanto que me ha costado aceptar que a mí no me quedé como lo que me hacía mi abuela, pero puedo ver las consecuencias que eso tenía y no las quiero.
      Creo que acá los gitanos se ven como figuras de la libertad y la pasión...
      ¡Besos, Inma!

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  2. Siempré odié lo de la cola de caballo estirada aunque mi personal via crucis eran las trenzas.
    Mi madre se empeñaba en llevarme con trenzas y además entrelazaba una cinta blanca mientras las hacía para termianrlas en un reluciente lazo que siempre acababa lleno de manchas y porquería, lo que traía el consiguiente regaño.
    La primera vez que me fui de intercambio a los USA con 13 años me lo corté a lo hombre. :P
    Cuando volví a mi madre casi le da un infarto.
    Mi hija nunca ha llevado trenzas.
    Besazo

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    1. ¡A mí me encantan las trenzas! :D Siempre he querido hacerme trenzas, pero hasta ahora no me salen; no me hacían trenzas de niña, excepto una amiga de la familia, que muy de vez en cuando, cuando iba de visita, me peinaba para darme el gusto. Tal vez mi abuela creció odiando las trenzas y deseando una cola de caballo restirada :D
      ¡Ya imagino a tu madre cuando te vio llegar convertida en "chico". Yo me corté el cabello chiquitito, como de tres centímetros, y cuando mi abuela me vio, exclamó: "¡tu cabello! ¡lo único bonito que tienes!" Luego juró que no había dicho eso, pero de verdad que sí :D
      ¡Beso, Dolega!

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    2. Jajaja Vivan las madres y abuelas siempre con esas frases estupendas dedicadas a subir nuestra autoestima y reforzar nuestra seguridad.
      (Yo ahora también suelto cada una, que cuando me doy cuenta me cortaría la lengua, la única diferencia es que soy consciente)
      Me ha hecho tanta gracia! Lo único bonito que tienes jaja, genial!

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    3. ¡¡¿Verdad?!! Lo bueno es que ese día -y en esa época- yo me sentía divina, si no, no creo que me hiciera gracia :D

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