jueves, 11 de julio de 2013

Hablar de más

Todos tenemos necesidad de comunicarnos, la diferencia es la medida de la necesidad y de la prudencia. A mí mamá le taparon la boca con cinta adhesiva en el jardín de niños...

Comunicar, por ejemplo, lo que hemos hecho en el trabajo, no solamente es práctico sino útil. Hacer contacto con otros, contando por ejemplo, lo que nos hemos enterado sobre el clima, es relativamente inofensivo. Pero la necesidad de comunicar lo que sentimos y lo que nos pasa, puede ser peligrosa si la dejamos crecer. Sobre todo entre mujeres, es común que cuando tomamos confianza, nos contemos detalles sobre la digestión o el ciclo menstrual; a mí me es necesario y me parece estupendo. Lo que creo que no conviene, es comentar cualquier cosa sobre lo que una hizo el día anterior o sobre el problema que la tiene a una entretenida, solamente porque hay otra persona que podría escucharlo... como si hiciera falta terminar con el silencio o publicitar nuestro minuto a minuto. Me refiero a cuando la otra persona es cualquier persona. Mi necesidad no es tan grande, pero mi imprudencia sí ha sido mayor de lo que cabría esperar en alguien que ha pasado los treinta años.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Lo que viene siendo el hablar por hablar.
    Algo tan tonto como eso me ha convertido a ojos de algunas personas en rara o antipática, porque nunca he sabido ni me ha apetecido hacerlo.
    Me extiendo mucho hablando, igual que escribiendo, pero con muy pocas personas, sólo las de confianza, que son cuatro.
    Besitos

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    1. Mejor parecer antipática que sentirte tonta cuando te das cuenta de que has abierto la boca de más. Que conste que no me refiero a esas pláticas entre amigas, que pueden ser puro chisme o pura trivialidad, y nos nutren el alma porque nos hacen sentir la compañía; me refiero a entrar en detalles sobre nuestra vida, con personas que no viene al caso que los conozcan.
      ¡Besos, Inma!

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