Silvia Parque
miércoles, 12 de junio de 2013
De un cansancio muy grande
Iba a escribir: "el cuerpo dijo 'ya no'"; pero el cuerpo no pudo decir. Empezó con bostezos y los ojos medio irritados. Advirtió que se declararía en huelga, dos horas antes de la hora de salida del trabajo. Las negociaciones, que incluyeron Coca-Cola y chocolate, funcionaron; pero empezaron los dolores nerviosos: los que parecen un apretón y los que parecen piquetes de agujas; poco podía esperarse, excepto lo que cabía esperar: llegando a la casa, a la cama, la siesta se transformó en hiper-desconexión de la vida despierta.
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Ayer tuve un rato de esos, hice "chof", y no había manera, era incapaz de moverme, una sensación muy desagradable de no poder con mi alma, me duró tres o cuatro horas, y pensé que si hay personas que pasan así todo el día, debido a determinadas enfermedades que producen fatiga crónica, debe ser terrible.
ResponderEliminarBesitos
Mi batallar fue el par de horas que estaba así en el trabajo, llegando a la casa no me sentí mal porque fui directo a la cama. Sí, en algún momento hace años pasé muchos días cansada, de un cansancio del que no deja pensar ni sonreír, y que parece no terminar; las personas con fatiga crónica deben pasarla realmente mal.
EliminarBesos, Inma.