lunes, 29 de abril de 2013

La consigna

Según Walter Riso, morir de amor puede ser tortuoso; dice, en la Introducción de su "Manual para no morir de amor":
Morir de amor, asimismo, es morir de desamor: el rechazo, el insoportable juego de la incertidumbre y de no saber si te quieren de verdad, la espera, el imposible o el "no", que llega como un jarro de agua fría. Es humillarse, rogar, suplicar, insistir y persistir más allá de toda lógica, esperar milagros, reencarnaciones, pases mágicos y cualquier cosa que restituya a la persona amada o la intensidad de un sentimiento que languidece o que ya se nos ha ido de las manos.
También alienta: "Morir de amor no es un designio inevitable, una determinación biológica, social o cósmica: puedes establecer tus reglas y negarte a sufrir inútilmente. Ésa es la consigna". Y es que no son controlables ni el deseo, ni la querencia; pero sí es posible dirigir el pensamiento y gobernar los actos; con eso basta.

Silvia Parque

3 comentarios:

  1. Estoy completamente de acuerdo, creo que hasta el enamorarse es evitable, para hacerlo hay que estar predispuesto y con ganas de montar una fantasía y una ilusión, con más razón podemos controlar el desenamorarnos, que muchas veces no es más que dependencia emocional.
    Yo he sufrido mucho por amor, mucho, mucho, pero jamás he insistido ni suplicado, cuando es no, es no. No sé si tengo más voluntad que otras personas para desengancharme o forma parte de mi carácter pero hay algo que tengo claro, no puedo enamorarme de quien no se enamore de mí porque mi enamoramiento suele ir unido a la mirada que veo en el otro, y no puedo seguir enamorada de quien me ha hecho sufrir, aunque siga sufriendo por lo que tuve y ya no tengo, lloro por mi pasado, por quien fui y quien fue él, pero no por el presente dónde ni él ni yo podemos ya ser, volvería atrás pero no anhelo ya seguir adelante con la carga de la decepción. Aún así es difícil, pero hay que hacer lo posible por salir de la espiral y no quedarnos "disfrutando" y "paladeando" nuestro sufrimiento, que a algunas personas parece que les guste quedarse ahí revolcándose.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leeré tu comentario otra vez. ¡Besos!

      Eliminar
    2. Es difícil no estar de acuerdo con lo que dice Riso, ¿verdad? Tiene lógica. Así es a lo largo de todo el libro.
      Creo que todo el fenómeno de enamorarse es evitable, y que el fenómeno de desenamorarse puede dirigirse; sin embargo, hablo del fenómeno completo; así como "amar" no es nada más un sentimiento, el enamoramiento tampoco es nada más cuestión de voluntad. Según yo, hay una parte que controlamos y otra parte que no; para controlar todo habría que ser muy fría y entonces no habría enamoramiento -ni qué deshacer en el caso del desenamoramiento-.
      Yo sufrí por amor de niña (12-14), muy instalada en querer vivir el drama; como dices: "paladeando" el sufrimiento; me gustaba mucho sentir mucho. Me llama la atención cómo hablas de que tu enamoramiento suele ir unido a la mirada que ves en el otro, porque es algo muy importante de lo que depende cómo nos vinculamos. De niña, mi enamoramiento era un enamoramiento del amor, no del otro; el otro entró como figura a un juego que yo tenía conmigo misma. Cuando sufrí de amor, de jovencita, fue más o menos una evolución de lo mismo, pero ya el otro figuraba: ahí sí percibí su mirada, aunque yo seguía más bien en un asunto mío-conmigo.
      Ahora es diferente.
      Pienso cada cosa que dices.
      Muchos besos, Inma.

      Eliminar