Hay identidades que pesan y por supuesto, pesan las culpas y las preocupaciones, a veces, las responsabilidades y las tareas, sobre todo cuando se acumulan. También pueden resultar pesadas las cosas buenas.
Solemos pensar que lo bueno siempre será bien recibido, pero no. Si alguien me ofrece un delicioso pastel de mi gusto, pero estoy satisfecha o no tengo ganas de dulce, puede que me pese el ofrecimiento; si decido comer aunque sea un poco de pastel que no quiero, puede que me pese cada mordida. De hecho, los favores y los regalos le pesan a las personas que sienten que recibirlos, les endeuda.
Silvia Parque
Silvia, estás que te sales con tanta reflexión, también me sucede ésto, trato de evitar que me hagan favores, no suelo pedirlos justamente por eso, por la sensación desagradable de que estoy en deuda y luego todo me parece poco para devolverlos, me parece que nunca estaré al nivel.
ResponderEliminarHay personas que se empeñan en hacértelos sin haberlos solicitado, tampoco me gusta y suelo huir de ellas.
Sin embargo nunca soy consciente de los que yo hago ni considero que nadie me deba nada, a no ser que por algún motivo alguna circunstancia me los haga recordar.
Besos
Creo que reflexiono como salvavidas emocional :)
EliminarYo estoy muy cómoda recibiendo y haciendo favores, y me encanta que me hagan favores que no he pedido. El hombre que tengo junto, en cambio, creo que es como tú en eso... y en extremo.
Muchos besos