Silvia Parque
jueves, 15 de noviembre de 2012
Si el amor fuera un objeto que se toca
Si el amor fuera un objeto tangible no sería una esfera sólida, brillante, de superficie lisa, de material incorrupto. Sería un plasma bullente, escurriendo, engullendo cualquier cosa para reconstituir su desgaste, ensuciándolo todo. Le diríamos a los niños que no se acerquen. Nos esconderíamos después de haberlo llevado a donde no pudiera regresar: como a un perro muy querido que hay que abandonar en un lugar donde pueda morir sin que lo veamos.
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