Lo primero es establecer un compromiso de honestidad para respetar "el espíritu" de mis decisiones.
Dicen que "hecha la ley, hecha la trampa".
Por ejemplo: yo decidí que no trabajo en domingo, pero entrada la noche del domingo, empiezo a planear clases, dado que siendo noche no es "día" domingo (menos si llego a la madrugada). Esto no me permite descansar, le quita espacio a la convivencia familiar del domingo y me deja en malas condiciones para el lunes.
Desde ahora: sin trampa.
Silvia Parque
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