Seguí con el día. Fui al mercado, compré cosas que se comen y un clavel. Medí el clavel contra la botellita de agua que hace de florero y procedí a cortar el tallo -en diagonal que es como conviene-. Corté el tallo y el corte llegó a la mesa: otra mesa, también de madera, donde está el microondas... un par de milímetros perdidos entre otras marcas y la mancha entintada del mueble. Me sentí la protagonista de "Nunca hables con extraños".
Silvia Parque
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