A mí nada más el agua me quita la sed. Amo el café. A veces el té negro se convierte en una verdadera necesidad para trabajar. El té de hierbas hace maravillas por mi sistema nervioso. Pero nada se compara con el agua -sin mencionar la obviedad de que las otras bebidas se preparan con ella-.
Está el agua fresca sabor a tierra de las garrafas de barro -que si no están bien curadas pueden ser cancerígenas-. Está la buena agua Ciel de todos los días, y el agua Evian que una vez probé y me dejó con ganas de volverla a tener. También está el agua hervida, que sabe un poco a culpa.
Silvia Parque
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