Las tortugas en casa satisacen la expectativa filosófico-existencial: las pienso, me pienso, pienso. No son lo que esperaba. No tienen nombre porque no lo necesitan. Excepto por esto último y por el género animal, son como yo.
Han sido colocadas en una posición que me permite verter sobre ellas todo el supuesto deseo de un hijo. Me preocupan; me ocupo. Me "llenan".
Las amo.
Esto del momento para la maternidad es crítico.
Silvia Parque
No hay comentarios:
Publicar un comentario