jueves, 10 de noviembre de 2011

Las memorias de Mamá Blanca

Hubiera querido que durara más. Apenas fueron unas dos tazas de café. Algo de té.

Me salté -como hago siempre- los preámbulos: qué fastidio que me cuenten la historia por opinar sobre el estilo o sobre lo que sea; qué ocurrencia... Como si todo el mundo hubiera leído ya el libro. Aunque algo se haya leído cuatro veces, alguna vez fue la primera vez y en ese caso: qué fastidio encontrar citas largas de lo que una quiere descubrir en su lugar: en el texto del que son parte.

Así que recién leí el "Liminar" de Juan Liscano, que antecede a "Las memorias de Mamá Blanca".

Me parece que no le aprendió mucho-mucho a esa mujer que lo perturbó de niño, pero qué voy a saber. ¿Cómo va a poder juzgarse con justicia lo que alguien escribe, inmediatamente después de haber leído este libro? Es como para no leer más. Y sin embargo, me da por escribir. Casi desde la primera página.

Me pregunto qué habrá sido Teresa de la Parra. No me pregunto quién, porque me molesta un poco. Veo su fotografía y su firma y quisiera que no fuera así, tan mona: de un modo tan-tan femenino. Supongo que quisiera que sólo existieran Blanca Nieves, su madre, sus hermanas, los peones y los sirvientes. Y la foto y la firma me los vuelven personajes.

Silvia Parque

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