martes, 26 de agosto de 2014

El otro no tiene por qué saber

A mí me cuesta guardar silencio cuando se trata de afectos profudos. Pero muchas veces, no tiene sentido decir todo lo que una piensa o siente, o todo lo que una sabe, y creo que casi nunca resulta bien hacer cosas que no tienen sentido. En esos casos, lidio con la necesidad de exponer lo que mi alma grita; no de expresarlo de algún modo, sino de hacérselo saber a alguien en particular. A medida que paso más "días ordinarios en paz", menos difícil me resulta ejercer autodominio sobre mis palabras. Pero "menos difícil" está lejos de "más fácil".

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Saber hasta dónde puedes hablar y cuándo callarte es complicado. Un beso.

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    1. Sí que puede serlo. A mí no se me complica desde hace unos meses; sé bien cuándo hablar y cuándo callar: ¡lo que se me complica es hacerlo!
      Un beso, Susana :)

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  2. Ah..., esos "días ordinarios en paz"... Con el paso del tiempo cada vez me parecen más extraordinarios.

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