Buscando recuperar la humectación de mi cabello y reducir la caída, cambié mi shampoo de marca conocida, por uno de producción local, de chile. La cosa iba bien hasta que algo volvió loco al calentador, o a las llaves de agua de la regadera -o no sé a qué-, y ayer el agua salió calientísima: caliente en grado quemadura.
Sobreviví, continué con mi vida, llegué a la noche siguiente, y ahora noto el daño: aguda resequedad me hace rascarme la cabeza, mucho rascarme la cabeza hace que la mano salga de la mata con cabellitos y que las puntas se maltraten. Así que a empezar otra vez el proceso "cabello bonito".
Silvia Parque
No hay comentarios:
Publicar un comentario