martes, 2 de julio de 2013

Las milongas de mamá

La primera vez que leí una entrada sobre el premio "Las milongas de mamá" (en Blogueando de mi vida, el blog de Matt), averigüé que una "milonga" es, coloquialmente hablando: "engaño, cuento". Hoy, para empezar bien la segunda mitad del año, la estimada Inma, de Territorio sin dueño, me ha concedido el premio, que consiste en el encargo de contar tres milongas que usara la madre de una, "para conseguir un objetivo -loable, como son siempre los objetivos de las madres- o para sortear una pregunta espinosa".

Alguna vez mi marido me dijo que yo era como el Dr. House, "brutalmente honesta": lo que de eso sea cierto, lo saqué de mi madre; con ella, nada de milongas, rodeos o edulcorantes... excepto aquello de "me lo dijo un pajarito". Nunca estuvo en mi mente, la idea de que mi abuela le contaba a mi madre lo que yo hacía, no hacía, etc. No es que yo creyera que un pajarito como los que veía volar y oía trinar, iba a buscar a mi mamá a la salida del trabajo, para hablarle de mí. El "pajarito" era una entidad metafísica encarnada en algo similar a un ave, que todo lo sabía. Por lo demás, mi mamá solía decir la verdad... pero la verdad puede verse de muchas maneras. Ya he contado la siguiente absoluta verdad referida por mi madre, pero me cae en gracia, así que vuelvo a contarlo: cuando atendí al dato, que habría leído antes sin darle importancia, de que mi acta de nacimiento decía "hija 'natural'", y le pregunté a mi mamá qué era una "hija natural", me contestó que todos los hijos eran naturales, que ni modo que fueran artificiales.

Mi abuela sí era milonguera de corazón, pero no le salía muy bien; su especialidad era otra... el manejo dramático de las situaciones... por decirlo así. Mi abuela hizo comer zanahorias a sus hijas, con la oferta de que si las comían, se les pondrían los ojos verdes como a su papá -es decir, como a mi abuelo-. Aunque de pequeña no tenía yo argumentos para rebatir lo racista de la oferta, sí me quedaba claro que no tenía interés en cambiar el color de mis ojos. No es que en un principio, no cayera en el engaño, es que eso no iba a hacerme comer. También trató de convencerme de que era muy malísimamente malo, no comer, habiendo tantos niños con hambre en el mundo. Siendo ya adulta, entendí cómo efectivamente, el desperdicio de comida en mi mesa, puede estar relacionado con la carestía en otro continente. Pero de niña, nunca me sentí culpable por eso: si había tantos niños deseosos de la comida en mi plato, mal hacía mi abuela en no ir a llevársela a ellos. Algo que sí le funcionó durante años, fue presentar al pescado como "pollo". Ya me he pasado con la cantidad de milongas que marca el premio...

Silvia Parque

10 comentarios:

  1. Másssssssss!!!!!!!! Queremos mássssssss!!!!!!!!! Ya sabía yo que tu abuelita daría mucho de sí, lo de las zanahorias es tan tierno, me ha hecho recordar que a mí también me contaban cuentos así, pero ésto es bonito y tiene su encanto. Lo de los niños que pasan hambre es típico en todas las casas creo, y a mí no conseguía calarme tampoco, no lo comprendía, yo pensaba, vale, ¿pero el hecho de que yo me lo coma va a engordar al negrito del África? ¿a él que más le da lo que yo haga a miles de km de su mundo.
    Lo del pajarito también se ha utilizado en todas las casas, ahora esas estrategias están en desuso, yo al menos no las he utilizado nunca.

    Por cierto, lo de "milonga" yo sabía lo que significaba, pero es curioso, creía que era una palabra vuestra, no exactamente mejicana, pero de allende los mares. Ahora voy a ir a buscarla.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ;D bueno, pues a petición de la estimable audiencia formada por ti, armaremos una segunda parte... ¿Verdad que es difícil encontrar la relación entre no terminar el plato, y que el niño africano sufra? Porque además, debe ser una cosa de lo que veían por la tele, eran niños africanos: ¡con lo cerca que teníamos niños mexicanos con hambre! En la ciudad había gente que pedía dinero o comida, y entonces, ¿por qué no llevarles a ellos la comida, en lugar de insistir en que una, sin hambre, se la comiera? Lo de comer es todo un tema.
      Ahora que lo mencionas, nosotras somos cuatro hijas, y creo que a mi hermana menor no le tocaron cuentos como el del pajarito, a lo mejor nada más no escuché que se lo dijeran... le preguntaré.

      Eliminar
    2. Jaja, gracias por aceptar a trámite mi petición, que me encantan estas cositas y me sirven para recordar

      Eliminar
    3. Lo mismo digo, gracias por pedir, para empezar ;)

      Eliminar
  2. Vale, lo tengo: Milonga significa mentira o embuste, pero también es un género musical folclórico del Río de la Plata.
    Etimologicamente "Milonga” significaba (en el lenguaje quimbunda, afincado en Brasil) “palabra”, y por extensión “palabrerío”

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué bonita etimología, y ahora sé que hay un "lenguaje quimbunda". Así que viene, pues, de sudamérica, por eso acá no se usa :)

      Eliminar
    2. Jaja, ya con esas historias y rivalidades entre paises me pierdo

      Eliminar
  3. Lo de los ojos verdes tiene su gracia. Pero como dices lo de los niños con hambre por desgracia no es una milonga. Mi madre también es muy directa. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para cuando fui mayor, mi abuela se había documentado y entonces hablaba de las vitaminas de las zanahorias, y de que eran buenas para la vista, tratando de encontrar cómo llegarme, alguna vez hasta hizo la relación "buena vista"-"leer mejor" :)
      Me gustaría recordar los datos de un documental que vi, en el que se explicaba como lo que desperdiciamos en unos países, afecta la economía de otros... efectivamente, lo de los niños con hambre no es un cuento... aunque el grado de "terribilidad" que tenga no terminar la comida... bueno ;)
      Un beso, Susana.

      Eliminar