domingo, 27 de enero de 2013

De cómo los bienamados interrumpen el trabajo

En medio de una de las partes cruciales de un proyecto que me importa, sufre por su almuerzo el mismo marido que me regaló El segundo sexo y que no permite a los encuestadores tratarlo como jefe de familia. Entiendo. Llevo todo el fin de semana metida en mi asunto. También entiende: este proyecto me apasiona y le importa.

Sirvo un cereal con leche -azúcar agregada-.

Aprovecho que se va para concentrarme.

Hasta que oigo un ruido sordo. Nada más puede ser Turquesa. Veo su hermoso cuerpo de reptil, muy grande para el comedero; reviso que no se haya hecho daño. A pasear, pues... Saco a la otra, que no puede salir por sí misma del tortuguero. Tapo el espacio por el que podrían meterse bajo la lavadora...

Me pregunto cuánto se multiplican las interrupciones cuando hay hijos.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Jajaja Silvia! Tienes unas cosas...si dos tortugas te distraen, prepárate a volverte loca y no conseguir la concentración adecuada nunca más en tu vida, pero el cerebeo sabe mucho, y consigue adaptarse.
    Besitos, mira que me has hecho reír ja ja

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    1. :D :D La verdad es que este fin de semana me replantee lo de tener hijos... pero sé que tienes razón "el cerebro sabe mucho y consigue adaptarse" ;)
      ¡BESOS!

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