A veces tengo ganas de hacerme un té -antes pasaba más con el café- o de tomar una bolita de chocolate; pero estoy a gusto donde estoy y ya me he quitado los zapatos, estoy en algo, me da flojera, así que lo pospongo un momento: a la siguiente línea: al siguiente párrafo: antes de ir a la cama. Con suerte llega un hombre menos cansado que yo o dispuesto a someter su cansancio. O lo dejo para el día siguiente.
Es mucho peor meterse bajo las cobijas y que en el momento de sentirme calientita, a punto de caer en el sueño, entren ganas de ir al baño.
Silvia Parque
No hay comentarios:
Publicar un comentario