Silvia Parque
jueves, 6 de octubre de 2011
La casa de mis sueños
Hace un minuto, una pareja peleaba afuera de mí casa: él juraba por su vida, ella pidió un taxi. Se oye todo. Cada día, la vecina grita a sus hijos -creo que vive muy enojada; entiendo que también debe escucharnos-. La casa, además, tiene sus ruidos propios, los amplificados y los misteriosos. Debe estar guardando nuestros regaños y regocijos, como ha venido haciendo por décadas -aquí nacio mi casera, aquí parió a su hijo mayor-.
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