domingo, 29 de abril de 2018

Abuso, acoso y agresión sexual: "no todos los hombres" y "los hombres también sufren"

Creo que se ha logrado una visibilización del acoso sexual a las mujeres con campañas como #MeToo, que da gusto. He querido escribir sobre eso, más bien en respuesta a comentarios machistas que he leído, pero no lo he conseguido, tanto porque no he tenido tiempo de ordenar mis ideas como el tema se merece, como porque no quería escribirlo en el momento en que estuviera en el candelero un caso con repercusión mediática, ¡y prácticamente no ha dejado de haberlos! Así que a propósito del movimiento amparado en #Cuéntalo, voy a apuntar solamente dos cuestiones fundamentales, esperando que sirva de introducción para más adelante -en otra entrada-, compartir algo sobre mi experiencia personal.

Se trata de: "no todos los hombres" y "los hombres también sufren".

Hay quien parece sorprendido de que tantas mujeres hablen sobre experiencias de acoso, abuso o agresión sexual; sin embargo, para las mujeres no es sorprendente. Apenas hablas con una mujer, en confianza, resulta que ella también. Sería genial que los hombres preguntaran a las mujeres de su familia, a las amigas cercanas, cuál es su experiencia en esta cuestión y que las escucharan sin decir pío, que nada más escucharan. Yo creo que todas las que tengan capacidad de memoria van a contar que al menos "alguna vez", "algo pasó".

De verdad da para decir que "todas" hemos sufrido acoso, abuso o agresión sexual; pero vamos a hablar de "prácticamente todas".

Prácticamente todas las mujeres han sido alguna vez objeto de trato cuando menos inapropiado, sexualmente; eso es "cuando menos"; el abuso, el acoso y la agresión sexual tienen una dimensión epidémica, sobre todo porque muchos de los comportamientos que son abuso, acoso o agresión son normalizados o justificados. Justo estamos en un momento histórico para darle la vuelta a eso.

Los momentos históricos en los que las cosas cambian, no son cómodos. No tienen por qué ser giros gráciles; más bien, no lo son. En el caso de este cambio, hay enojo, hay posiciones radicales y extremas y tienen su razón de ser y su función.

Vamos a ver:

Va pasando una muchacha por la acera y desde la otra acera, un muchacho le grita: "¡guapa!" Ambos siguen caminando y se acabó. Para algunas, él está invadiendo su espacio, de hecho ella se ha visto obligada a escuchar; él la ha juzgado por su aspecto como si tuviera derecho a hacerlo; dado que vivimos en un mundo donde pasa lo que pasa, su comportamiento resulta amenazante. Está mal, vaya. ¿Es una exageración? ¿Es llevar las cosas al absurdo? Ojalá las personas, sobre todo los hombres, se preguntaran con buena voluntad: ¿Por qué algunas pensarán así? ¿Por qué les molestará que un muchacho le grite "¡guapa!" a una muchacha? ¿Cómo es que una muchacha puede sentirse amenazada por recibir un halago? Preguntárselo realmente, con honestidad. Y luego caer en la cuenta de que muchas veces lo que se dice por la calle no es "guapa", ni termina en "siguen caminando y se acabó".

Que prácticamente todas las mujeres hayan pasado por una "mala experiencia" de este tipo -por decir lo menos-, no quiere decir que todos los hombres sean abusadores, acosadores o agresores sexuales. Pero, resulta que en la abrumadora mayoría de los casos, son abusadores, acosadores o agresores, es decir, hombres. Y los que no lo han hecho, suponiendo que nunca, nunca, nunca, ni en la escuela, hicieron nada del tipo, son parte de un colectivo que tiene la prerrogativa social para hacerlo sin sufrir consecuencias negativas, a veces, siendo celebrados por ello. ¿Y es culpa de Juan, Pedro o Luis tener la prerrogativa de abusar, acosar o agredir sexualmente, impunemente? Pues no. A lo mejor son bien decentes y les choca que Pablo, Sergio o Andrés sí hagan uso de su prerrogativa. Pero la tienen. Por eso se señala a "los hombres". Les toca, si de verdad son decentes, señalar lo que está mal y ver cómo destruimos estas prerrogativas de mierda.

Algunos de estos hombres decentes parecen con gran necesidad de mostrar cómo también sufren: por ser señalados y por ser víctimas. Y su denuncia suele ser hecha a un lado, en medio de la efervescencia de la denuncia colectiva de las mujeres. Se cree que se hace a un lado por obnubilación o por odio; pero la verdad es que, más que nada, se le hace a un lado por inoportuna. Si estamos aquí marchando por el derecho de una comunidad indígena a conservar sus tierras, ¿cómo quedarían los microempresarios pidiendo atención porque ellos son sangrados por el impuesto sobre la renta? ¡No va! Aunque todos sean damnificados del capitalismo.

Pero bueno: los hombres sufren, sí. Ha sido minimizada la violencia contra los hombres en la pareja y la colusión social a favor de las mujeres cuando ellas se "apropian" de los hijos. Hay mucho que estudiar, analizar y considerar sobre todo esto. Pero, enfocando el tema del que estamos hablando: la mayoría de los hombres no teme caminar solo por una calle oscura o en todo caso, no temen ser violados. La mayoría de los hombres no tiene una de estas "malas experiencias" en su historia. No obstante, lo sustancial no es que "la mayoría de las mujeres" sí vivamos ese miedo con frecuencia o sí tengamos que lidiar con estas experiencias a veces desde niñas; no es cuestión de cantidad, pues: lo sustancial es cómo la violencia (acoso, abuso, agresión) es parte del sistema social, llega a ser parte de la socialización. Por eso lo trágico-aberrante no es que cinco hombres violen a una mujer, sino el hecho de que se siga creyendo que "ella se lo buscó", los argumentos por los cuales se justifica no condenarlos por violación.

Silvia Parque

12 comentarios:

  1. Es un tema de gran recorrido. Los piropos son la manera de juzgar por el físico. No les veo la gracia porque invaden tu espacio. Muchas mujeres hemos sufrido desde vistas a un exhibicionista, hasta tocamientos en el Metro, pero habrá que educar a los hijos para que reproduzcan esa impunidad de sus actos hacia la mujer.

    El tema del maltrato en las casas, existe hacia el hombre, pues claro, pero es menos lesivo, por la propia fuerza de la mujer que lo pudiera ejercer. La sociedad, inspirada en las religiones monoteístas, es machista y es la sociedad la que ha de poner a la mujer al lado del hombre y no debajo de él. Daría para una tesis. Un beso

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    1. Entiendo. Creo que la cuestión central es ese "derecho" a meterse y a opinar, en el que la mujer queda -como tantas veces- en posición de objeto. Una vez leí que los "modales" del tiempo en que las personas no se hablaban si no habían sido presentadas, tenían en parte ese sentido, de no "meterte" donde no te han invitado, en un reconocimiento de que el espacio del otro es del otro (aunque el espacio de "las otras" fuera de un "otro" al que estuvieran ¿adscritas?, como el padre, el hermano o el marido). A mí me gusta que me piropeen por la calle; pero depende del modo... recuerdo el verdadero asco que me produjo un supuesto "piropo" que lo que fue es una agresión.
      Sobre el maltrato hacia el hombre, creo que sí se le minimiza, sobre todo si cada vez estamos más conscientes de cuánto daño puede hacer el maltrato psicológico. Pero sí: muchos menos hombres mueren a manos de sus parejas y dos cosas: no suele justificarse a las asesinas cuando el caso tiene que ver con posesividad, y al menos varios de los casos de mujeres que mataron a su pareja, de los que me he dado cuenta a través de los medios, fueron el modo en que ella puso fin a una vida de abuso en su contra.
      Da para mucho pensar, esto.
      ¡Un beso, Albada!

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  2. Silvia, te cuento que yo siempre pensé que era afortunada porque no había sufrido nada parecido. Pero de tanto oír a mujeres empecé a recordar y a dar importancia cosas que decidí que no eran nada. Con 13-14 años el padre de una amiga siempre me tocaba el culo. Lo hacia delante de todo el mundo, como un cariño. De hecho me forzaba a mi misma a pensar que no era nada porque nadie le daba importancia. No era algo lascivo que hiciera a solas conmigo, pero simplemente sobraba. Yo siempre me alejaba pero en cuanto estaba cerca, zas, pellizco en el culo.
    Luego como a los veinte iba en el bus y un tío se me pegó y frotó. Me dió asco y pena del tío, pero lo borré de mi mente. Y seguro que hay alguna más pero ni las recuerdo. De alguna manera siempre he creído que a mi no me pasaban esas cosas. Curioso, eh?.

    En cuanto a agresiones mujer-hombre, seguro que las hay, y hay mujeres más fuertes que algunos hombres. Si no se dan tanto será más por educación o personalidad, que por falta de fuerza como apuntaban en el primer comentario. Creo yo. Desde luego mi hermana es triatleta y te digo que si quisiera (que no es el caso), tumba a muchos hombres. Y yo misma en mi época karateka tenía combates con hombres en los que ganaba...

    Un beso

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    1. Gracias por compartir, Matt. Creo que es muy valioso que nos contemos estas cosas.
      Así funciona el sistema, forzándonos a pensar lo contrario de lo que pensamos originalmente, forzándonos a no creer en lo que estamos sintiendo. A veces, borrar de la mente es lo mejor que pudimos hacer por nosotras mismas; pero como colectivo funciona en nuestra contra porque nos impide decir: "esto pasa y está mal" y abrir otro camino para nuestras hijas.
      Estoy maravillada del efecto que tiene oír/leer a tantas mujeres tratando el tema, sobre todo cuando hablan de sus experiencias personales. A ti te ha hecho recordar y resignificar. ¿A cuántas las estará haciendo validarse a sí mismas, dejar de sentirse locas o culpables? ¿Cómo funcionará en cuanto a empatía, a la creación de lazos? Porque yo de verdad siento que a pesar de las diferencias que obviamente tendremos montones de mujeres en lugares y posiciones diversas, esto lo compartimos de un modo que genera "algo".
      Odio esa manera en que "hacer delante de todos", como si nada, ampara al que hace lo que está mal. Hay una serie de fotos que circularon por Facebook; lamento no haber puesto mayor atención a quiénes son y de dónde salieron: es una sesión de fotos con gente importante de la Casa Blanca y un tipo "saluda" de manera inapropiada al menos a tres jovencitas que están evidentemente incómodas -por decir lo menos-. Muchachitas de familias acomodadas, poderosas, no pueden hacer nada porque esto sucede frente a sus padres y por tanto, se entiende que tiene el aval de sus padres; al hacerse delante de las cámaras, el mensaje que reciben es que no hay nada que esconder. Así una piensa "estoy imaginando", "estoy exagerando", "toca que aguante".
      Pienso lo mismo que tú respecto a las agresiones de mujeres contra hombres. Tenemos modos de lastimar físicamente, incluso cuando -como es mi caso- no tenemos mucha fuerza física. Lo malo es que cuando se dice esto -que hay que decirlo-, suele usarse para poner las cosas en equivalencia y no son equivalentes: muchas más mujeres resultan medio muertas o muertas a manos de sus parejas o ex-parejas, con colusión social para el criminal, que al revés.
      ¡Un beso!

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  3. Querida Silvia,

    Esta mañana perdí todo un párrafo inspirado como respuesta a tu post. Esas cosas con las máquinas. En fin, simplemente quería aportar mi grano de arena y contar que en vista de las experiencias de tres generaciones de mujeres en mi familia, y en vista de la presente situación, me aterra pensar en el hecho de que mi hija se acerca a la adolescencia con velocidad vertiginosa.

    Esta cuestión de traer a colación que “no todos los hombres” y “los hombres también sufren” me parece una típica posición de restarle importancia o impacto a la realidad, suavizarla, pues, decir que no es para tanto. O decir, oye, pero la chica en cuestión estaba vistiendo una faldita que se lo estaba buscando. O decir, mira, no creo que te frotó en el metro, es que el vagón estaba atestado y el roce es inevitable.

    Es como un “gaslighting” colectivo...

    Por estos días vi una película muy buena, “Tres anuncios en las afueras”, y en alguna parte la protagonista explica que si alguien se justifica ante una mala acción, entonces es también culpable así no la haya cometido directamente.

    Y pues, eso.

    Un abrazo!

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    1. Gracias por volver a intentar, Taty.
      Estoy de acuerdo contigo en todo. Si a mí me da miedo este mundo con mi hija pequeñita, ya me imagino con una niña en la pubertad...
      Bueno... creo que en el gaslighting hay más alevosía que en esta reacción de "no todos somos así" y "también sufrimos", que más bien responde a esa socialización en la que han de ser protagonistas y realmente no pueden creer que "sea para tanto". Pero estoy de acuerdo en que se trata de restarle importancia, al fin de cuentas.
      Esa película -sí, muy buena- me dejó pensando varias cosas; sobre todo, cómo lo que menos importa parece ser la mujer asesinada. Es impactante.
      ¡Un abrazo, Taty!

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  4. Pasan noticias como esta

    https://www.lanacion.com.ar/1904813-el-enojo-de-silvia-martinez-cassina-se-publico-el-apriete-mas-misogino-que-haya-recibido-en-mi-vida

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    1. Había otro comentario al que le he dado "publicar" pero no lo encuentro, lo siento.

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  5. Lo de metoo ha sido cuestionado por actrices como Catherine Deneuve, cuyo punto de vista me parece tan valioso como las actrices de Hollywood. Ella defendió la galantería.
    La periodista Silvia Martinez Cassina defendió alguna vez el piropo, diciendo que los mejores piropos los había recibido de obras en construcción.

    Jamás he dicho un piropo, menos algo extremo, algo que nunca iré. Creo que no está en mi naturaleza. Jamás me creí que tuviera impunidad para hacerlo. Tal vez sea porque no soy completamente humano. Sé de mujeres que podrían golpear, con todo un arte a un atrevido, al mismo tiempo tienen el talento para escribir poesías.

    No sé si ese colectivo se solidarizó con Brendan Fraser, que se alejó del cine por algún acoso sexual. Basta poner el nombre del actor en google para que aparezcan esas noticias.

    Por más que sea un menor porcentaje, para la víctima es el cien por ciento. Merece tanta empatía como las víctimas que son mayoría.
    Hay hombres que han recibido una paliza por parte de otros hombres, por defender a una mujer golpeada.

    No sé si los extremos tienen un sentido, como el maltrato que reciben algunas ciudades donde se reunen masivamente algunos colectivos. Ni que sean descalificadas otras mujeres, que no pertenecen a un colectivo, por no pensar igual.

    Y está el tema del bullyng.

    Un abrazo.

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  6. Has puesto el dedo en la llaga, querida Silvia. Nadie podría explicarlo mejor de lo que tu lo has hecho.
    Un beso

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    1. Gracias, Ambar; seguro hay mejores explicaciones, pero creo que es bueno explicarlo otra vez y otra vez, en un estilo y otro, de una forma y de otra.
      Un beso.

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