martes, 11 de julio de 2017

Las ocupaciones de mi hija de dos años

Mi mamá le trajo a B un libro nuevo: un libro grande para observar, nombrar y encontrar imágenes. B está encantada con la novedad.

Mi niña pasa mucho tiempo leyendo sus libros y escribiendo en sus cuadernos y tarjetas. Yo amo la relación que tiene con eso que es tan parte de mi mundo. Amo oírle emplear frases que toma de los textos. Amo ver cómo literalmente se mete en la ciudad de los robots y trata de entrar en las casas y castillos: se para encima. Supongo que con la ciudad de los robots funciona porque es un espacio abierto; con las casas y castillos hace sonidos de esfuerzo físico, dice "toc toc - toc toc" y al parecer no le abren.

Hace semanas, una de mis tías le prestó un libro de cuentos que sobrevivió inmaculadamente a sus hijos. B lo hojeaba, repitiendo "no encuentro la página de internet". Esas cosas me enamoran. Hoy, para que todo tenga su contrapeso, tomó tarjetas con las que trabajo y las rayó, incluyendo unas que son de un alumno.

La gracia del día de hoy.
 Conoce varias letras y reconoce algunas palabras. Me decían este fin de semana que aprendería a leer chiquita, como yo, como mi mamá. No es imposible; pero a mí me enseñó mi mamá, a mi mamá le enseñó su abuelo y nadie va a enseñar a B antes de la escuela. Tenemos nuestros ratos de palabras, números, trazos y demás; no nos voy a privar del gusto; satisfago su interés y no disimulo cuánto me gusta que aprenda; pero privilegio otros aspectos de su desarrollo en esta etapa.

Atraviesa un puente de madera, en el parque, por el que yo no habría pasado, ni a su edad ni más grande. Entre un travesaño y otro, cabe perfectamente un pie suyo, así que imagino que con un pie mal puesto, tendríamos una niña atorada y tal vez, una niña cayendo de poco más de un metro de altura. Me mantengo junto a ella, pero no se deja sostener. Quiero que tenga más que suficientes de esas aventuras.

Tiene una escobita para su tamaño: la mueve, jugando a barrer, mientras yo barro de verdad. Me importa darle sobradas oportunidades como esa, para manipular, intervenir en el ambiente, participar de lo que hace mamá... La semana pasada, por primera vez ayudó a mezclar la masa para hot cakes. Estos días me acompaña a cocinar, oyendo mi descripción de cada cosa, como si oyera uno de esos videos de recetas de Youtube.

Por supuesto, se divierte con sus juguetes y objetos diversos. Y busca qué más hay por ahí, especialmente en los gabinetes de la cocina...

A lo que menos caso hace es a su libro para colorear. Le gustó mucho cuando llegó porque es de Elmo; pero no se pone a colorear, sino cuando la invito, y lo deja rápido. Le gustan los colores para hacer sus propios trazos y mucho más los de palo que los de cera, a pesar de la propaganda que he hecho de los crayones. Por cierto, volviendo a los libros, dejó de intentar rayarlos; hace rato los disfruta sin supervisión. ¡Y vaya que si los disfruta! Como decía, puede estar largo rato con el que la enganche... porque les dedica atención especial de uno por uno, por temporadas. Acabamos de pasar una de "El libro de la selva".

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Eso de que aprendan a leer pronto parece ser que era un capricho de los padres de antes, para el que los niños requerían un esfuerzo que dos años después es mucho menor. Bien es cierto que a veces son los propios niños los que te demandan el aprendizaje.
    Cuando mi sobrino el mayor era pequeño hice una prueba con él que me resultó muy curiosa, pero en la que no insistí por si no era conveniente para el niño que profundizara en la misma. Le mostraba dibujos con el nombre de los objetos escrito y luego le quitaba el objeto dejándole solo el letrero. Curiosamente lo relacionaba con el objeto y lo nombraba como si estuviera leyendo.
    Besos.

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    1. Eso de los letreros funciona muy bien. Seguramente no perjudica cuando no "quita" el tiempo para otras cosas. Porque habrá muchos más años para la escuela para leer y escribir, que años para sorprenderse con lo cotidiano, para revolcarse en el piso, etc. Tampoco es cosa de detener a un niño que por su iniciativa, pide "saber", pero yo apuesto que lo que hay más, es papás queriendo apresurar procesos.
      ¡Besos, Macondo!

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  2. Los padres atosigadores son nefastos para la lectura de los niños y cuando juegan al fútbol y se cargan todo lo que tiene de positivo practicar un deporte, pretendiendo que su hijo sea Messi y les saque de pobres.

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    1. Si es que atosigando se le puede quitar lo bueno a lo que más: cantar, pintar, correr. ¡A ver si vamos dándoles espacio!

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