miércoles, 23 de diciembre de 2015

De la cama a la cuna: segunda temporada de colecho

Al amanecer del día de hoy, quedó formalmente declarado el fin del colecho en nuestra familia... como lo hemos vivido. Pasamos a la segunda temporada.

Hace tres noches, acosté a B en su cuna por una razón práctica que no recuerdo, pero que probablemente era que la cama estaba sin tender y llena de cosas, y que también probablemente fue afectada por la idea de su padre, de que a ella le convendría tener "su espacio" -como si una bebé de ocho meses pudiera querer más espacio para dormir que el de mamá... [ahora noto una posible proyección en la declaración del papá... y ahora noto la proyección en la mía...]-

El caso es que hace tres noches, en su cuna verde junto a la cama, la niña durmió profundamente, desde que la acosté hasta que hubo que despertarla para darle medicina, en la madrugada, y se volvió a quedar dormida hasta la mañana. Que así dormía más a gusto, dijo el papá. Que así dormía toda la noche, añadió. Que podía ser que en la cama le diéramos codazos o cualquier cosa que hiciera que despertara varias veces, declaró con rotunda seguridad. Yo sé que los bebés despiertan varias veces porque son bebés, aunque haya bebés que duermen toda la noche; pero hay que tener la mente abierta...

¿Y si no la oigo? 
¿Y si tiene hambre y no me doy cuenta?
¿Y si...?

Pero también yo dormí con una comodidad que nunca extrañé, pero que me vino muy bien.

La noche siguiente ya no fue tan impresionante, y B hizo sus tomas nocturnas de costumbre, así que me tranquilicé: sí la oigo, sigue pidiendo teta si quiere, y puedo llegar a ella y tomarla en brazos de inmediato. *En este punto hay que mencionar que la cuna está más o menos a medio metro de la cama.*

Para la tercera noche, el papá mencionó unas tres veces que la extrañaba; pero la verdad... yo no. Sí siento algo en el estómago cuando pienso en llegar a perderme la sonrisa de cuando despierta, pero al menos en estos tres días, he estado frente a ella justo a tiempo para disfrutarla. Y recuperar la parte que ocupaba en la cama, que ya era más que la tercera parte, se ha sentido muy bien. Es evidente que no duerme mejor en la cuna. Pero tampoco peor, y no parece a disgusto, ni asustada, ni nada por el estilo. Esta última noche, como se acostó temprano, al despertarla de madrugada para darle su medicina, ya no se quería dormir, así que la acosté en la cama; estuvo ahí buen rato, medio dejando que durmiéramos, y cuando volví a darle teta y se quedó dormida, la devolví a la cuna. Creo que los tres lo disfrutamos, así que sera así: visitas a la cama cuando se ofrezca. A nuestro ritmo.

Silvia Parque

5 comentarios:

  1. Lo bueno es no estar cuadriculado con ninguna opción y ver lo que más os funciona. En nuestro caso sin dudas la mejor opción es la cuna en el cuarto. Se la oye perfectamente y descansamos todos mejor.
    Un beso y Feliz Navidad

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    1. Eso: ir viendo qué se acomoda en cada momento. No hacer las cosas porque se supone que tengan que ser de cierta manera. Yo creo que de haberla puesto en la cuna desde el principio, habría sido engorroso estar levántandome por ella porque hacía muchas tomas nocturnas. Luego, de haberla puesto en la cuna hace un par de meses, tendríamos mejores condiciones para descansar, pero yo me habría sentido mal -no sé ella-, y así no sabe bien el "descanso". Ahora es el momento, y como en su caso, la oigo perfecto y descansamos -los adultos- mejor.
      Un beso y ¡¡muy feliz Navidad!! Que los niños la pasen de lo mejor, Matt :D

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    2. Digo "como en su caso", refiriéndome al caso de ustedes :)

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  2. En estas cosas hay que hacer caso al sentido común. Un beso.

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