viernes, 5 de diciembre de 2014

Mi visión de mi belleza

Leí ESTE texto en "Afroféminas". El título "No soy bella como tú... ¡soy bella como yo!", sonaba bien, pero entrañaba el riesgo de ser un compendio de frases hechas. No fue el caso. La autora habla de "vernos", y dice -entre otras cosas-: "cada espacio, cada surco, cada rasgo que tenemos cumple una simetría perfecta y nos da una belleza única".

Mi camino al aprecio de mi belleza empezó muy loco. Cuando era una niña chiquita, creía que mi rostro "real" no era el que veían los demás o se veía en el espejo. No voy a resumir aquí la elaboración de años de análisis, pero cabe decir que mis problemas eran más profundos que "no me gusta mi cara": sí me gustaban mis caras -las dos-; no obstante, concluí que no me veía bien contenta: quedaba mejor triste o seria y "verme bien" valía como para mejor estar triste o seria...

Crecí oyendo que era bonita. Supongo que al no faltarme eso, me importaban otras cosas. Hasta un poco antes de la pubertad, cuando me vi verme rara. Con la pubertad, se puso peor. Llegaron los granitos. Me comparé con otras niñas y salí perdiendo. No lo puse en esos términos, pero por primera vez, no me gusté: me molestaron mi perfil, mis pómulos, mis párpados... y no le gusté al niño que me gustaba.

Afortunadamente, seguí creciendo. Me fue de lo mejor, en la adolescencia. La reina del mundo en la proa del Titanic, más o menos. Mi cuerpo era precioso; mi cabello era precioso; mi rostro, el que hubiera pedido de haber podido pedirlo. En ese tiempo, si salía un granito o salían muchos me importaba un rábano. De hecho, me cuidaba bien poco. ¡Pero cómo me gustaba a mí misma!

Esta "reinterpretación" tuvo un punto clave que iba tener efectos secundarios: había encontrado miradas que me hicieron sentir atractiva. En general, yo no era lo que los muchachos querían ver; sin embargo, con los adultos fue muy diferente: a ellos les gusté y sin estar "queriendo gustarles".

Luego, viví una mirada extraordinaria. Una mirada ajena que convertí en mi propia mirada sobre mí. Una mirada que me hacía extraordinaria, pero que no tardó en situarme "en falta" (había que hacer abdominales... me peinaba tan mal... usaba ropa de señora...) Así o asá podía gustarle-gustarme y eventualmente, entonces, yo me gustaba o no.

Cuando perdí esa mirada con la que había estado viéndome a mí misma, ya no era nada más "muy esto" o "muy poco aquello"; ahora era no mirada y peor: inmirable.

Recuperar una visión propia sobre mí ha sido lento y agradable. Vivir en pareja y sostener esa mirada mía sobre mí misma no me ha resultado natural; lo he sentido como una transgresión; pero empieza a dar frutos. Me estoy gustando. Bastante.

Silvia Parque

5 comentarios:

  1. Sé lo que es verse a través de otros ojos, valorarse en función de una mirada ajena. Y es peligroso. Yo aun estoy aprendiendo a no hacer eso.

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    1. Muy peligroso. Y aprender a no dejar que ocurra otra vez es todo un camino. Tal vez un camino con dos vías paralelas: apreciar por una misma, pero también detener la apreciación del otro cuando se le está "haciendo propia". Supongo que es parte de aprender: "tú eres tú y yo soy yo"...

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  2. Cosa complicada la de esta entrada...

    Me encontraba en la playa, cubierta por un vestido largo, con el traje de baño por debajo. Cuando en un descuido dejé que mi pareja me viera quitarme el vestido, dejando a la vista mi cuerpo en traje de baño me dice: "Pero si te ves muy bien, el vestido sobraba".
    Recuerdo sonrojarme, sonreir y pensar: "Selfconciousness"

    Pero me quedo con una frase de hace unos posts tuyos, que uso de estandarte últimamente:
    En lo que evoluciono, así la cosa.
    Por lo pronto he cambiado de look, me he alaciado el cabello, he decidido no usar maquillaje...Ya sabes...como parte de la evolución.

    ¡Saludos!

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    1. Cosa complicada...
      "Evolucionamos" como se puede, disparejamente, pero poquito a poquito, vamos a "estar más a gusto". Los cambios de aspecto van siendo hitos :D ¡Ya quiero verte! No vaya a ser que para cuando regreses, haya otro look y me perdí éste.
      ¡Hasta prontito!

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    2. :)
      Seguro que nos veremos pronto.

      No lo dudes ni un segundo.

      ¡Hasta pronto!

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