lunes, 3 de noviembre de 2014

No estaba de humor

No estaba de humor. Tal vez no estoy de humor en este momento, pero me siento bien.

Bueno: pues esta mañana, no estaba de humor y me sentía mal nivel "nadie se acerque". A pesar de que tengo muchas cosas por las cuales estar agradecida y más de un par son realmente grandes y buenas, como para andar de fiesta... pues no estaba de humor. Así pasa a veces.

No me sentía físicamente bien, tomé lo peor de mi alrededor para evaluar el día y tuve un pleito que aderecé con todas las verdades lastimosas que pude encontrar. Así que me sentí frustrada y triste y decidí permanecer así.

Por supuesto que cuando una se siente mal, quisiera sentirse bien; pero casi siempre una quisiera ser salvada sin pasar por el esfuerzo de respirar profundo y cambiar el gesto. Me consta que hay condiciones en las que no se puede cambiar el ánimo -y hay que buscar ayuda-; pero muchas veces una sabe, aunque sea en el fondo, que sí era posible. En este caso me instalé en el berrinche, rechacé la mano que se me extendió, lloré, me dolió la cabeza, me sentí culpable y alguna otra cosa para terminar el cuadro patético. Pero debía revisar mi correo electrónico, así que vine a la computadora, me comuniqué con las personas y el mundo se hizo más amplio. Fui por galletas y la gente afuera, el sol (mi casa está fría), el parque y la tienda, ampliaron el mundo un poquito más.

Entonces vi uno de esos videos de  Upsocl que este sitio postea en mi muro de Facebook. Perdí el enlace, pero es un video de un programa, supongo que de Estados Unidos, que se llama algo así como "¿Qué haría usted?" Una cámara escondida graba a las personas atestiguando cómo alguien recibe un trato injusto o al menos, desagradable. Esta vez, un cliente negro se negaba a ser atendido por un peluquero blanco (ambos, actores). No me llamó especialmente la atención y adelanté los pocos minutos que dura el video, casi hasta el final. Volví a ponerle play, donde vi a una mujer de mediana edad hablar con el "cliente racista". En resumen, le invitó a conducirse por el amor y no por el prejuicio; serenamente, pero con firmeza. Luego aparece el anfitrión del programa y habla con la mujer. Ella dice que es Pastora, que predica. Él pregunta: "¿Qué estaba predicando hoy?" Y ella responde: "Aceptación".

Alguien me dijo un día que veo señales por todos lados porque quiero verlas. Yo le dije que él no las ve porque no quiere verlas.

No me puedo sentir mal cuando entro en la presencia de Dios. No es que consiga sentirme bien, sino que todo está bien, como si la realidad entrara en orden con lo que sea que esté ocurriendo. Así que, me sienta como me sienta, la oración me pone bien. Pero hoy no quise hacer oración. No quise poner una canción de alabanza o leer un poco de la Biblia o nada que tuviera que ver con Dios. Pasé por las postales cristianas en mi muro de Facebook, un poco como adolescente ante las notas pegadas en el refrigerador por la mamá. Dios puede estar en todos lados, pero una persona en mi circunstancia, no entra en comunicación con Él a menos que se "ponga en situación de conversación", es decir, a menos que abra un espacio de silencio interior y entre en disposición al diálogo. Y yo no tenía ganas de eso, ni de nada. Como por no dejar, dije: "Dios, arregla esto por favor" y me acurruqué en la cama. Pero debía revisar mi correo y vine a la computadora (en realidad, traje la computadora a la cama).

Vi a esa mujer hablando conforme lo que Dios puso en su corazón, sin condenar al tipo, mencionando respetuosamente que lo que él hiciera finalmente era su elección y me sentí "llamada" (supe que eso era para mí). No diría que entré en paz; pero, digamos como dicen por ahí: "me aquieté".

Al menos en la parte que oí de lo que dijo al supuesto cliente, no usó la palabra "Dios", ni mencionó un versículo de la Biblia ni nada por el estilo, así que cuando dijo que era Pastora y que estaba predicando aceptación, me removió. Dios estaba siendo tan bueno conmigo, que aún siendo Él Dios y yo una berrinchuda, buscó el modo -como tantas veces- de acercarse a tocar mi puerta para entrar y aliviarme, del modo en que yo iba a poder escuchar y dejarle hacer. Así se porta Él.

Silvia Parque

10 comentarios:

  1. Ves, yo por mi lado, porque soy cobarde para llamar a las cosas por su nombre voy y me escondo en la poesía para poder hablarlas.

    Hace falta a veces el calor de lo directo, las verdades sin velo y sin adorno: a veces es sólo así que podemos ser humanos.

    Es cierto que a veces no hacemos nada por cambiar el gesto, ¿por qué será, algún tipo de orgullo más bien inútil?

    Tengo celos de tu relación con Dios; la última vez que hablamos él y yo me quedé muy enfurruñada, pero ha pasado el tiempo y ahora lo extraño. Me alegro por ti :)

    Un beso y agradecida por tus verdades.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si una necesita protegerse -esconderse-: qué fortuna cubrirse con algo tan bello como tu poesía :) [Tal vez el poema es más poesía en la medida en que cada palabra va sirviendo para nombrar algo justo por su nombre... a veces el nombre que nadie más podía poner ahí...]
      Creo que sí, que a veces no hacemos nada por cambiar de sintonía, cuando estamos mal, por un orgullo que siempre resulta más bien inútil. A veces yo creo que me digo: "pues ya he estado mal una hora completa y he provocado un pleito, vamos a hacer que valga la pena, y a estar realmente mal" ¡¡!!
      Oye: te agradezco mucho compartir-te, en verdad; con la confianza con la que lo haces, te digo: ya que pasó el tiempo y extrañas a Dios: háblale, como ayer que estaba emberrinchada "aunque sea por no dejar" ;)
      Muchos besos, Taty bonita.

      Eliminar
  2. Todos tenemos esos momentos autodestructivos en los que el propio berrinche y mal humor te hacen desear quedarte instalada en él, revolcándote en el fango, autocompadeciéndote y buscando todo lo negativo y feo de tu vida, no sé porqué sucede, como comentas, todos queremos estar bien, pero el berrinche nubla la mente supongo, y pasamos esos ratos de seguir ahí, machacándonos, como si nos autocastigáramos. Es extraño...cada uno tiene sus mecanismos, yo lo hago un poco en modo bajar al infierno, y cuando toco fondo entonces reacciono y tomo medidas, no puedo hacerlo antes, concluyo en que hasta necesito esos momentos de negatividad total para coger fuerzas.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. :D ¡¡Sí!! ¡Pero no tiene que ser así! Digo... lo de tener momentos autodestructivos supongo que es inevitable para la inmensa mayoría de los mortales: tenemos días de ánimo nublado y cada minuto de mal humor "jala para abajo". Hasta ahí, ni modo; es parte de la condición humana. Pero eso que nos pasa de ponernos de verdugos a autocastigarnos: no-no. Eso es aparte. Eso de estar "duro y dale", como tú dices, revolcándonos en el fango: ¡no es necesario! Es prescindible. Puede ser diferente. Lo digo tres veces para leerlo-oírlo yo. No, Inma. Ayer me puse triste, peleé, y demás, la mitad del día; eso me dejó resaca para un par de horas más. ¡No es negocio! Lo rechazo. Estoy en la gloria comparada con la yo de hace tres años, pero apenas me acuerdo y no quiero ni acercarme a eso. No quisiera pensar que cuando dices "modo bajar al infierno", sea como yo me ponía. Porque yo siento que ese "bajar al infierno" me mataba de modo que nada más sigo viva porque Dios es grande... me ponía en peligro y llegué a poner en peligro a mi pareja, y en cierta forma eso era lo de menos... como la canción de Úrsula de La Sirenita "pobres almas en desgracia". ¡Qué modo de sufrir! Cuando lo de "arrastrarse" se vuelve literal, cuando no paras de llorar y gritar hasta que el sueño te tumba... ni siquiera es como estar muriendo, es tortura. Momentos de mal humor y de hacerle a la reina del drama, pues bueno: ni modo. Pero abrirle la puerta a esos infiernitos: no-no. Por eso lo de "tocar fondo", pues habría que ver qué tan "abajo" es; si fuera muy abajo, el mecanismo de supervivencia, y las fuerzas tomadas estarían saliendo muy caras, ¿no?
      ¡¡Besos!!

      Eliminar
    2. No, guapa, soy dramática escribiendo supongo, trato de ser expresiva, pero mis "bajadas al infierno" o mis "tocar fondo" nunca han llegado a puntos así de chungos, es más interior, hacia dentro, y es ese punto en el que te das cuenta de que por ese camino estas consiguiendo que todo empeore a cada minuto, tanto por tu actitud como por lo que provocas en los demás, y cuando me canso de revolcarme pienso, bueno...ya está bien, no aguanto más en lo negativo, y hala, entonces cambio el chip y poco a poco recupero.
      Tú me has "visto" hacerlo incluso en el blog, con alguna entrada de esas de "todo es una mierda" cuando lo declaro así llega la catarsis y entonces ya todo es mejorar jaja

      Eliminar
    3. Ah, bueno; pues si el fango está en la despotricada con las palabras está muy bien :D Es que una que ha estado loca perdida oye de infiernos y se asusta ;D Una vez mi analista, ya en sesión acompañada porque no se me podía tratar como adulta-sola, dijo que si me ponía así "otra vez" habría que pensar en internarme; no sé si lo estaría diciendo en modo mamá amenazadora, pero para mí era esperanzador: ¡si lo que quería era rienda suelta completa para no estar ni un momento a cargo de mí!, acabar de irme por un hoyo negro...
      ¡Bueno! Pero eso de ponerse mal a veces, traer la nubecita negra arriba y sacar la lengua, pues sí, qué se le va a hacer :)

      Eliminar
  3. Te comprendo. Yo siento a veces lo mismo,cómo Dios se comunica conmigo. Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Me alegro de que lograras sentirte mejor. A veces, uno se necesita regodearse en la desgracia y si no es muy amenudo no pasa nada :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias, Telma! Sí: como que a veces toca: nada más hay que monitorear cuánto tiempo tiene una en medio del drama y cuándo fue la última vez. Como que con el tiempo, más de un ratito, empieza a ser demasiado... ;)

      Eliminar