miércoles, 8 de octubre de 2014

Si nada más no están

Yo soy una persona de "estar a gusto". Amo estar en la cama, ver películas ligeras y leer los blogs de personas que simplemente cuentan qué pasa en sus vidas. A mí me gusta hablar del efecto de los Doritos Nachos; me gusta escribir de cómo nadan mis tortugas. No veo noticieros porque estoy convencida de que son las mismas cosas miserables una y otra vez, y la mayoría novelan más de lo que informan, e informan solamente lo que a las personas poderosas no les sienta mal que se sepa. Me cansé de una carrera de grados académicos, antes de iniciarla; no quiero el éxito que queda claro para el mundo, porque básicamente, fundamentalmente, soy una persona de "estar a gusto". Amo a mi familia y a otra gente, y eso conlleva interesarme de modo que a veces, hay que salir de la comodidad para trabajar, para orar por ellos, para compartir una pena. Pero hago cuanto está en mis manos por pasarla bien: no plancho mi ropa, me procuro chocolate. Vivo lo mejor que puedo, en un lugar donde hay demasiados perros de la calle, demasiadas personas sin techo, demasiados enfermos sin la medicina que necesitan. Me resisto a la injusticia y a la violencia, volviendo a sonreír con todo y lo que esté pasando en el mundo. Abro mi espacio en mi casa y con mis palabras. Así que mi casa tiene arte en las paredes, y publico, por ejemplo: "qué bien que la luz del sol entra tanto, tan llenándolo todo, tan cada día sin falta".

Trato de que este no sea un blog para comentar las cosas terribles que pasan, principalmente por respeto a esas cosas terribles, porque aquí nada más cabe comentar, y es chocante como el dolor y la muerte se convierten en "tema" mientras hay vidas detenidas, fragmentadas, machacadas por ese dolor y esa muerte apestosa. Pero a veces, tengo que escribir esto. Por ejemplo, si estudiantes van a botear para conseguir con qué ir a manifestarse a otra ciudad, por cualquiera de los muchos motivos para manifestarse, y como si tal cosa, les desaparecen. Encuentran a uno sin rostro. Y no solo no pasa nada, sino que otra vez no pasa nada. Nada más no están.

Vivos los queremos.

Silvia Parque

11 comentarios:

  1. He leído sobre el tema y me parece terrible, pero lo peor es la sensación de que vivimos en un mundo donde parece que a todo el mundo le importa mucho todo, pero en realidad a nadie le importa realmente nada. Algunas veces pienso que la realidad es de cartón piedra, como los escenarios teatrales.
    Me encanta que entre el sol de lleno en tu casa, porque eso siento cuando vengo aquí, que es un sitio donde entra el sol de plano. :P
    Besazo

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    1. Sí, esa sensación de que dejará de ser tema finalmente, tal vez cuando pase otra cosa espectacular...
      Tengo una gran ventana en el estudio, no le puse cortina, persiana ni nada, para que pasara todo el sol completo ;)
      Beso, Dolega.

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  2. Muy sabia tu filosofía de vida expuesta en el primer párrafo. Y terrible lo que comentas en el segundo.
    Un beso Silvia

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    1. Es terrible como de no poder creer, ¿verdad? Pero prefiero estar bien, aunque pueda ser tan chocante estar bien cuando hay tanto tan mal.
      Un beso, Matt

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  3. En tu país pasan cosas incomprensibles y lo peor es que a nadie le interesa. un beso.

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    1. A veces parece que interesa, luego, como dice Dolega, no interesaba en realidad...
      Un beso, Susana.

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  4. "Vivos los queremos" y creo que..."muertos nos duelen"

    Ando de sensible con estos temas...

    ¡Un abrazo!

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    1. Cómo no...
      Cuando conocí la caravana de madres de desaparecidas, pregunté por qué lo de "vivas las queremos", cuando algunas tenían décadas sin estar, y se concluye que no están vivas. Entendí que ese es problema de quienes se las llevaron.
      ¡Un abrazo!

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    2. Muy de acuerdo. Creo que muertos nos duelen, como en silencio.

      Son heridas que se suman en ese lugar que, como cultura, se esconden los secretos. Como cuando a un niño le desapareces cosas... ¿quién contesta "a dónde fueron"?
      Da paso a la fantasía.

      Creo que los secretos se heredan, y luego cobran la cuenta...

      ¡Qué cosas!

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    3. Por eso a veces hay que romper los secretos, a veces a gritos.

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