Silvia Parque
miércoles, 29 de octubre de 2014
Las manos suaves
Como todo el mundo sabe, no nací para las tareas domésticas. Pero me di a la tarea de dejar habitable la recámara, lo cual significó: ordenar la ropa, limpiar dos muebles y barrer el piso. Nada más. Para que se entienda mejor el tamaño del trabajo, la recámara debe tener unos diez metros cuadrados. Antes de eso, había lavado a mano cinco pares de calcetines, un top y un brassiere. Nada del otro mundo; pero mis manos están deshechas. Traté de devolverles la normalidad con una exfoliación rápida, usando el viejo truco del shampoo con azúcar, y no funcionó. Tengo una crema para manos con la que he estado conforme, pero también me ha fallado. Escribo disfrutando la suavidad de las teclas, y sintiendo mis dedos rasposos cuando me detengo. Una pequeña desgracia.
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Yo hago todo el trabajo con guantes. Es la única manera. Un beso.
ResponderEliminarTengo guantes para cuando trapeo; pero no para lo demás. Compraré lo antes posible.
EliminarUn beso.