Hace muchos, muchos años, una de mis hermanas, bebé, se empachó. Llamaron a una señora amable, le dio masaje y se le quitó el empacho. Debió ser doloroso, porque la bebé lloró como nunca la había oído; no era el primer bebé en la casa, así que yo conocía llantos y éste, según yo, era un llanto malo; la hacían sufrir.
No vi la "cura". Yo estaba afuera de la habitación y además no me habían comunicado qué estaba pasando. Mi abuela salió; pasó junto a mí y me dijo -según yo, molesta-: "no me veas así, le tienen que hacer eso para que se le quite". Puede que esté inventando la última parte de la oración; pero estoy segura de que empezaba con "no me veas así" y casi estoy segura de que seguía con "le tienen que hacer eso".
Si mi hermana recordara el asunto, sería una reconstrucción en base a lo que haya oído. No creo, siquiera, que el dolor durara para el día siguiente o el siguiente al siguiente. Puede que haya mejores formas de curar el empacho; de existir, si alguien en mi casa las hubiera conocido, las habrían usado -y no escatimarían-.
A veces, la cura duele.
A veces queremos evitar todo dolor para los que amamos, pero si se trata de dolor por cura, deberíamos soportar el dolor propio de verles surfir, para poder acompañarles.
Silvia Parque
Me temo que hay dolores que sólo se curan con más dolor. Un beso.
ResponderEliminarAsí es, Susana. Afortunadamente, somos resistentes
Eliminar¡Un beso!