martes, 15 de julio de 2014

El empacho de mi hermana

Creo que he hablado de esto antes:

Hace muchos, muchos años, una de mis hermanas, bebé, se empachó. Llamaron a una señora amable, le dio masaje y se le quitó el empacho. Debió ser doloroso, porque la bebé lloró como nunca la había oído; no era el primer bebé en la casa, así que yo conocía llantos y éste, según yo, era un llanto malo; la hacían sufrir.

No vi la "cura". Yo estaba afuera de la habitación y además no me habían comunicado qué estaba pasando. Mi abuela salió; pasó junto a mí y me dijo -según yo, molesta-: "no me veas así, le tienen que hacer eso para que se le quite". Puede que esté inventando la última parte de la oración; pero estoy segura de que empezaba con "no me veas así" y casi estoy segura de que seguía con "le tienen que hacer eso".

Si mi hermana recordara el asunto, sería una reconstrucción en base a lo que haya oído. No creo, siquiera, que el dolor durara para el día siguiente o el siguiente al siguiente. Puede que haya mejores formas de curar el empacho; de existir, si alguien en mi casa las hubiera conocido, las habrían usado -y no escatimarían-.

A veces, la cura duele.

A veces queremos evitar todo dolor para los que amamos, pero si se trata de dolor por cura, deberíamos soportar el dolor propio de verles surfir, para poder acompañarles.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Me temo que hay dolores que sólo se curan con más dolor. Un beso.

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    1. Así es, Susana. Afortunadamente, somos resistentes
      ¡Un beso!

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