lunes, 4 de noviembre de 2013

Yo no fui

Qué tentador resulta considerar que una entidad maligna, ajena al ser humano, empuja a cualquiera hacia el "mal camino", de modo que nuestra falta es no haber sido fuertes.

Qué atrayente parece ser, identificar a un grupo determinado como agente de los males de una comunidad o del mundo entero. Y qué gran necesidad tendremos de diferenciarnos de "ellos".

Cuánto más rápido nos damos cuenta de lo que el otro hizo mal, comparado con lo que tardamos en ver las vigas que llevamos en el ojo.

Silvia Parque

6 comentarios:

  1. Nada como tener un culpable a quien echar la culpa de tus errores, y cuanto más amplio sea mejor. Un beso.

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    1. Sí. Nada más por encimita, hace unas dos semanas que yo estaba batallando con unos reportes en los que cometí errores, le dije a mi jefa "es que no tengo a nadie a quién echarle la culpa"; no era en serio, pero entre broma y broma...
      Un beso, Susana.

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  2. Silvia, no tengo internet en casa desde hace mil! Y casi no leo blogs... Sólo decirte que me molesta no poder leer el tuyo cada día.

    Besos!!

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  3. Aquí entra algo tan cotidiano como las "malas compañías" en las que nunca he creído, y que son una excusa perfecta para culpar a los demás de los disparates de nuestras criaturas, que son maravillosamente perfectas si no fuera por esas "malas compañías". Un error, cada uno busca y se junta con sus afines de forma voluntaria y consciente, y además lo más probable es que nuestro querido vástago sea calificado como "mala compañía" en otra casa.
    Luego está muy de moda culpar de todo a la tv, a internet...entes malignos contra los que no tenemos protección. Ja! me río yo.
    Besitos

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    1. Lo mismo digo, Inma; tal cual. Sí creo que en la adolescencia, se puede una acabar juntando casi sin querer, con alguien con peor tino que una -por decirlo así-; pero casi siempre sucederá que una estará incómoda y tratará de desafanarse de esa compañía -aunque puede ser difícil lograrlo...-. Pero de que cada cual es responsable de lo que sale de su boca y lo que tocan sus manos, pues que ni qué.
      ¡Besitos!

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