sábado, 19 de octubre de 2013

Ni eso ni otras cosas

Trabajo con datos e información. Pero me rodean las personas y a veces toca atender alguna. Esta profesora, grande como una mamá gallina, la mar de buena gente, me abruma por su extroversión. Me toca hacerle segunda, apoyando su regaño al alumno. No me gusta regañar gente crecida, pero bueno...

Entonces pregunta: "¿tú quisieras hacer un doctorado, verdad?" con ese tono que implica que yo, como todo el mundo, quiero hacerlo. Respondo que tal vez más adelante; no quiero distraer del speech motivacional que tal vez ella quiera llevar por rumbo progre. Pero continúa, más como afirmación que como pregunta: "¿pero quieres hacerlo?" Y digo que no, que no me interesa.

Quise. Ahora no quiero. Todo puede suceder en la vida, pero no es algo que me esté interesando. Cambiar de rumbo ha significado deshacer compromisos identitarios pesados, y eso incluye pasar por encima de mis suposiciones sobre lo que otros puedan esperar de mí. Como efectivamente el mundo espera cosas de cada cual, es posible enredarse en estas preguntas-afirmaciones que, como olas, te van llevando a donde se supone que debes ir.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Parece trivial pero no lo es, lo que el mundo espera de nosotros condiciona. Me cuesta mucho liberarme, y me parece todo un éxito conseguir seguir tu propia voluntad. Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí: condiciona un montón, Matt, aunque "el mundo" sean personas que poco o nada tienen que ver con una, condiciona un montón. También a mí me cuesta liberarme, pero soy demasiado caprichosa como para, después de ver lo que quiero, aceptar no ir por eso.
      Un besote :)

      Eliminar