martes, 9 de julio de 2013

Calma

Sin calma, la vida se tropieza consigo misma, obtura sus vías de fertilidad y adelanta el final del camino -y lo importante es el camino-. Con calma, la vida se extiende en la plenitud de cada momento, de cada proceso, de cada actividad. Con calma, la vida cobra sentido en la posibilidad de dar significado a cada respiración, a cada abrazo. No es cuestión de tiempo; no se obtiene calma de la mejor administración del horario. La calma viene de la conciencia de nuestros límites, y de un posición vital de merecimiento. Da calma saber que no nos corresponde resolver los problemas del mundo, ni hacernos cargo de más vida que de la propia. También calma saber que lo bueno que nos corresponde, si no está presente, está esperando.

Silvia Parque  

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