Hay mensajes en los que una quisiera poder vaciar el corazón y que tocaran el corazón del destinatario; se escriben con la impresión -que es mera impresión- de que tal vez bien dichos sean una puerta a cosas muy buenas, y que mal dichos cierren esa puerta inexistente para siempre. Una piensa las palabras, cuida el orden de las ideas; trata de no llorar y no reescribir. Se deja para después, se vuelve a empezar...
Silvia Parque
Hummmm! me ha pasado con algunos mensajes sí, piensas además que hay una palabra o una frase mágica que será la clave de todo y llegará justo donde quieres, y que si no das con ella lo que pretendes con el mensaje se perderá,lo que pensado objetivamente es una idiotez, pero yo no lo puedo remediar.
ResponderEliminarPor eso muchos asuntos personales los he tratado vía e-mail aunque luego haya habido una conversación posterior basada en mi escrito.
Tengo tiempo para pensar, medir mis palabras, construir en orden lo que quiero decir, buscar la frase perfecta...
Justamente: una palabra o una frase mágica que va a cumplir el cometido del mensaje... una idiotez que no se puede remediar :)
EliminarYo me entiendo mucho mejor con lo escrito que con lo hablado. Cuando hablo doy demasiadas vueltas...
Jaja, yo como puedes ver cuando hablo y cuando escribo.
Eliminar:D
Eliminarse deja para después... pero la cuestión no cesa por más cuidado que pongamos...
ResponderEliminarno podemos anticipar cómo recibirá el destinatario cada una de nuestras palabras... imposible saberlo!
son las cosas de la "comunicación entre humanos"...!!
besos,
No cesa, efectivamente. Habría que estar en paz con la incertidumre de no saber cómo se recibirá el mensaje, pero entre más importa el mensaje y entre más importa el destinatario,es más difícil comportarse con serenidad.
EliminarBesos, Mónica :)