Cuando era niña recibí un libro precioso, que es uno de mis tesoros; entonces no me gustó por fuera, y no entendí lo que decía; pero había llegado de manos de mi mamá, y eso lo valoraba mucho; además la imagen de la portada me parecía tan ajena que me atraía.
Cuando lo leí de mayor, fue una gran sorpresa. Hoy lo vi por ahí; al hombre también le gusta mucho, y lo habrá estado leyendo.
Silvia Parque
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