En México, esta decisión -ser o no ser princesa- culmina en la celebración de los XV años. Tradicionalmente es una gran fiesta donde -ahora figuradamente- se anuncia a la sociedad -constituida por parientes, amigos, conocidos y amigos de los conocidos- que la niña creció. Yo preferí un coche.
Ayer, la última princesa de mi familia se vistió de rosa y fue más princesa que nunca, mientras todos veían lo hermosa que ha crecido. Sus amigos le desearían felices XV; nosotros -que la amamos-: feliz vida.
Silvia Parque
Creo que yo hubiera hecho lo mismo. No le veo mucho sentido a esas fiestas. Un beso.
ResponderEliminarUy, tienen muchos sentidos, diferentes según la familia y el subgrupo social. Ninguno de esos sentidos iba conmigo, pero con otras jovencitas, sí... ¡vieras lo contenta que estaba "nuestra" princesa! (Aunque solamente puedo saberlo de oídas y verlo en fotos, porque estoy lejos.)
Eliminar¡Un beso!
Aquí no hay costumbre de hacer eso, salvo en la sociedad más rancia y pija, dónde se hacía la "puesta de largo" de la niña, no sé si se seguirá haciendo.
ResponderEliminarQué curioso me suena: "puesta de largo" :)
EliminarAcá va cambiando la tradición; cada vez es menos "obligatorio" lo de la fiesta, y más jovencitas optan por hacer un viaje, recibir dinero, o como yo, un regalo "grande".
¡Saludos!