En principio, cualquier empleada debería firmar un contrato, ser inscrita en la seguridad social, y recibir una remuneración que cubra el valor de su trabajo. Pero hay personas de clase media con gran necesidad de apoyo en la casa, que realmente no podrían pagar las cuotas del seguro social de una empleada, ni podrían pagarle lo que vale el trabajo doméstico bien hecho. Supongo que la primera respuesta es: si no puede pagarlo, no puede tenerlo. Pero podría encontrarse algún trato de conveniencia mutua...
Si el empleador ve el trabajo doméstico con respeto, no va a buscar ahorrarse en eso, lo que luego va a dispendiar en otra cosa: no va cicatear el pago; hará lo posible por acercarse a lo justo, y podría compensar lo que quede debiendo, con servicios o productos: clases de idiomas, arreglos dentales, reparaciones mecánicas, muebles, etc. Si las dos personas se posicionan como iguales, pueden hacer un intercambio de beneficio común. No vale para todos los casos; pero podría ser útil... pueden crearse posibilidades.
Silvia Parque
Guapa, no quiero hacerme publicidad, pero es que viene al pelo, si no has leído mi último post y te apetece, hazlo, habla precisamente de ésto con experiencia personal por medio.
ResponderEliminarBesos
Me encantará leerlo, Inmagina :)
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