lunes, 8 de octubre de 2012

Decidir sobre mí

En la medida en que voy pudiendo, no doy a nada ni a nadie autoridad para aprobarrme. Despacio, dolorosamente, he ido desinvistiendo a las personas con ese poder sobre mí.

Como a la mayor parte de las mujeres que conozco, la libertad no me es natural. A mí me asusta; pero la prefiero, la tomo: no me regreso.

De mí depende en qué ocupo mi tiempo, en qué gasto mi dinero, en dónde deposito mis afectos. Y defiendo el derecho de cualquier persona a decidir sobre sí misma. 


Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Eso está bien en teoría, pero todo el que trabaja por cuenta ajena depende de alguien que le indica qué debe hacer con su tiempo. La libertad absoluta es difícil de lograr. Un beso.

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    1. Es mejor en la práctica que en la teoría. Yo decido en qué trabajar, de modo que el tiempo que dedico a las cosas de trabajo, es tiempo que yo he elegido dedicar a ello. También me sitúo en empleos que me den libertad para decidir qué va primero y qué va después, y me doy el lujo de decidir cuándo interrumpir. Por supuesto, los absolutos no existen en la realidad, así que defino la "libertad" en el entendido de la libertad posible para un ser interdependiente.
      ¡Un beso!

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