lunes, 10 de noviembre de 2014

Encontrando a un médico en la era de Internet

Debía encontrar un médico especialista. Lo primero que pensé fue en preguntar a los conocidos de confianza; pero no tenía mucho tiempo, y sabía que las necesidades de atención de mis conocidos, han sido diferentes a las mías. Consideré la distancia hacia el consultorio. Como no tengo coche, puede hacerse muy complicado ir a lugares que queden lejos. Pero tampoco iba a elegir a alguien en quien requiero confiar para hacer un trabajo importante, por el hecho de que consultara cerca de mi casa... que por cierto está lejos de ubicarse en la mejor zona de la cuidad.

Fui a la Sección Amarilla, para empezar por algún lado. El especialista con un consultorio cercano a mi casa, tiene un nombre que no me inspira confianza: me recuerda al Centro de Salud -de atención pública-, en el que he tenido variopintas experiencias inclinadas a "preferiría no regresar". Si alguien piensa que el nombre de una persona no tiene relación alguna con su capacidad, profesionalismo, etc., me declaro completamente de acuerdo. Pero eso sentí, y lo que siento cuenta mucho en las elecciones de mi vida personal. Podía darle una oportunidad -no es que el médico la esté pidiendo...-, pero aunque siempre hay el riesgo de que una quede insatisfecha, prefiero no arriesgarme a pagar honorarios, ya yendo con una mala predisposición. Google Maps me mostró cómo se ve afuera de su consultorio, y la foto también jugó en contra.

Lo más importante era que necesito a alguien cuya "visión sobre la salud", por llamarla de alguna manera, sea compatible con la mía. Así que entré a una página de internet de una organización local que tiene esta visión. Aunque se ofrecen a recomendar médicos, hay que contactarlos para que lo hagan: no tienen una lista desplegada en la página. Tomé palabras clave de los temas asociados con la atención que necesito, desde la visión que prefiero, y Google volvió a remitirme a la página recién visitada, pero a la sección de testimonios. Ahí, una persona comenta su experiencia y menciona a dos médicos; del primero, no dice el nombre, porque terminó dejándolo por razones que yo compartiría, y luego dice con quién fue a parar, y lo bien que le fue. Su descripción toca los puntos clave necesarios para conocer el trabajo -en ese caso- de la doctora.

Esa era la persona que necesitaba. Así que volví a Google, a buscarla a ella. Su consultorio queda prácticamente en un extremo opuesto de la ciudad, en relación al lugar en el que vivo. En camión, tal vez tendría que tomar dos rutas, y tal vez caminar... nada operativo; en taxi saldría carísimo. Extrañamente, la dificultad me hizo confirmar en la sensación, que era la persona a la que quería consultar; como he dicho, lo que siento cuenta mucho. Encontré un foro en el que otra persona la recomienda, y afortunadamente, también relata por qué. Gracias a Google, pude ver que pertenece a un par de asociaciones: una que según yo, aumenta sus credenciales, y otra que me confirma que será compatible con mi forma de pensar; vi que participó en tal congreso, y que además del primer consultorio sobre el que me enteré, atiende en una Clínica mucho más cercana a mi ubicación. Entré a la página de la clínica; me gustó; vi el precio de algunos de sus servicios, y me parecieron razonables. Finalmente, entré al perfil de Linkedin de la doctora. Ahora voy a hacer una cita.

Pensé en qué importante es ahora, la "cara" del profesional que se muestra en Internet, en qué importante puede ser que las recomendaciones se hagan públicas...

Silvia Parque

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