martes, 15 de abril de 2014

Cómo llegar al cuarto día de ejercicio

Por una experta en quedarse en el tercer día, literal o representativamente.

Como se sabe, el tercer día de ejercicio es decisivo. Si el cuerpo estaba de vacaciones en la ciudad de la comodidad, el tercer día empezará a quejarse de que le hayan sacado de donde estaba tan a gusto. Si ya había dolor los primeros días, es muy probable que el tercer día sea peor y con menos empuje motivante. Por eso es importante tener expectativas realistas, en más de un sentido:

- Sobre la condición física real, actual. No conviene hacer rutinas que le dejen a una imposibilitada para repetirla al siguiente día... o al tercer día. Un explosivo inicio puede dar lugar a una lesión, una contractura, de modo que favorece más a futuras excusas, que a instaurar una disciplina duradera.

- Sobre las condiciones típicas en las que se hará ejercicio. Si se vuelve al ejercicio en días libres o en vacaciones, en un horario o en condiciones que no van a ser posibles cuando el día no sea libre ni vacacional, lo más probable es que, en cuanto llegue la normalidad, resulte muy difícil seguir con la rutina de ejercicio.

- Sobre el poder -acotado- de las ganas. Hay que ponernos las cosas fáciles y atractivas, sobre todo, si una no tiene un gusto natural por hacer ejercicio. A veces es buena idea pasar por la tienda de ropa deportiva, no porque le haga falta a la actividad en sí misma, sino porque le hace falta a la motivación. Y sobre todo, hay que reconocer el límite de nuestras ganas, y allanarles el camino: si a mí, por ejemplo, el gimnasio me queda lejos, es muy probable que no vaya (por eso: ¡bien por los aparatos para hacer ejercicio en los parques de Querétaro!)

Silvia Parque

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