martes, 25 de marzo de 2014

Felicidad, sí; obligación de felicidad, no

Borrando mensajes de texto del celular, para hacer espacio en la memoria, encontré uno de un amigo que decía una cosa y otra, y entre cosa y cosa, que yo estaba en contra de la felicidad, en alusión a mi campaña por la abolición de la obligación de la felicidad.

No es así. Estoy en contra de la obligación de ser felices, no de la felicidad. La felicidad me parece posible y valiosa; la deseo para mí y para los demás, y celebro encontrar modos de construirla, acercarme a ella o mantenerla vibrante. 

Solamente: no me parece que tengamos la obligación de ser felices. Si en un momento dado no podemos o no queremos ser felices, ni modo. La insistencia en la felicidad como obligación tiene estrecha relación con la necesidad de aparentar felicidad, que va dejando miseria en el alma. También genera estrés, frustración y culpa, entre quienes no consiguen instalarse en la felicidad.

Silvia Parque

6 comentarios:

  1. Por eso a veces me siento culpable de estar deprimida. Hay una cierta obligación de ser siempre jóvenes, guapos y felices. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y digo yo: ya bastante pesa la depresión -o lo que cada cual cargue-, como para agregarle culpa.
      Fuerte abrazo, Susana.

      Eliminar
  2. ¡¡Totalmente de acuerdo contigo!!
    Además es ficticio. Nadie puede estar permanentemente feliz eso es una absurdez.
    Ahora la moda es que tienes que estar de buen humor y con una sonrisa tooooooodo el día porque si no eres como "mala influencia" otra estupidez.
    Como bien dices, lo único que deja eso es frustración y estrés.
    La vida, gracias a Dios es algo diferente cada día a a veces cada minuto.
    Besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay que darle su lugar a todo lo que pasa y a todo por lo que pasamos. A mí me está costando aprenderlo, pero resistirnos a eso resulta muy pesado, muy cansado. Fastidiar a otros con que "no se dejen caer" nunca de los nuncas, ni un momento, es muy pesado para esos otros. Suelo pensar que es porque no tenemos la fortaleza para acompañar al caído: nos urge que se levante.
      ¡Beso, Dolega!

      Eliminar
    2. Si señora! Muy cierta esta última reflexión, nos incomoda el caido, no sabemos gestionar ni como ayudar, y lo que queremos es que se encuentre bien para poder olvidarnos y dedicarnos a otra cosa y no sentirnos culpables por no saber que hacer o decir

      Eliminar
    3. Sí, y si queremos a la persona, aparte queremos acabar con nuestro propio pesar ante su pesar. Por eso a veces es mejor apoyo alguien que no esté tan-tan cerca de una.

      Eliminar