domingo, 23 de marzo de 2014

Electricidad

El taxi pasa a la altura de mi casa, por la calle paralela a mi calle, y veo luz, probablemente de mi recámara. Agradezco a Dios y a la Comisión Federal de Electricidad, y cuando nos estacionamos, antes de pagar al chofer, me asomo a confirmar que sí: es luz de foco, luz que llena de claridad la habitación y alcanza para la sala comedor.

Entre los servicios básicos, lo peor es estar sin agua. Al internet lo pongo en el mismo nivel que a la electricidad, pero sin electricidad, no hay internet. El gas es lo de menos; me las arreglo bien con la energía eléctrica para cocinar y calentar el agua -lo cual me hace más dependiente de la luz-. Así las cosas, el jueves llegué a la casa y me encontré en la oscuridad. Pero no hay mal que dure cien años...

Silvia Parque

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