domingo, 9 de febrero de 2014

Estar a gusto y la complacencia

Cuando me siento plenamente a gusto, del a-gusto-contento en el que la sonrisa trae risa guardada, soy más complaciente, conmigo y con los demás.

Siempre he creído que las personas con mala actitud, que tuercen la cara cuando se les pide algo, que tienden a sospechar que se les quiere explotar o cosas por el estilo, la pasan mal: no están a gusto. Ahora concluyo que la relación entre las dos variables (estar a gusto y complacer), es de ida y vuelta. [Son comunes los errores en este sentido; que a mayor X mayor Y, no necesariamente supone que en todo el rango de medida, a menor X menor Y.]

Haríamos bien en promover los beneficios de estar a gusto. Sin embargo, esta condición -a gusto- queda poco visible junto al valor que se da al estar sano o estar contento. 

Lo anterior supone una diferencia entre el estado "a gusto" y el sentimiento de contento. Estar a gusto es un modo de estar bien teñido de contento, que se nutre del contento, pero no es el contento. El contento dura un rato que puede sostenerse hasta poco después de que acabe la fiesta o la vacación, el estar a gusto dura más; el contento puede esfumarse con rapidez, a menos que sea un contento lelo que es resistente porque no mira más que unos decímetros a la redonda; el estar a gusto, en cambio, provee de recursos para procesar los estímulos aversivos de modo que no calen profundo, que no hagan daño.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Tienes razón. Hay gente que parece que todo el mundo le debe algo. Así no se puede disfrutar la vida. Un beso.

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